III. Del mito originario a la ciencia unificada del mañana
Reunión grabada en Florencia el 20 de marzo de 1960
La revolución no da respuestas, destruye las viejas preguntas
En la última reunión hice referencia a lo que ya hemos hablado ampliamente, incluso por escrito, a propósito de la anterior reunión que tuvimos en La Spezia, sobre las importantes tesis de los Manuscritos económico-filosóficos de Marx y sobre la investigación y la comparación entre sus textos, que en este documento resultan particularmente difíciles de traducir a distintas lenguas. Sobre esto último hablé quizás de manera más exhaustiva que en Milán, pero no pude terminar lo que me había propuesto hacer: tratar la parte final del estudio de Marx, que contiene la crítica de la dialéctica filosófica de Hegel. Profundicé en algunas partes, pero no sistemáticamente. Sí que desarrollé plenamente la parte que, para entendernos y por ser prácticos, por ahora llamaremos "filosófica". Creo que la desarrollé un poco mejor.
Dado que me gustaría ampliar ahora algunos conceptos que se derivan de ahí, he de suponer que casi todos habéis leído, que no estudiado, este último punto. Ya citamos algunos pasajes fundamentales, entre otros ese tan famoso que volvemos a decir ahora por segunda vez, después de haberlo traducido y retraducido a distintas lenguas:
"El comunismo, abolición positiva de la propiedad privada como extrañamiento del hombre respecto de sí mismo, por tanto efectiva conquista de la esencia humana por parte del hombre y para el hombre, por tanto retorno completo, consciente y alcanzado a través de toda la riqueza del desarrollo pasado del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, en cuanto hombre humano".
Como ya sabéis, en todo este movimiento [la estructura teórica es de Marx] y la única forma literaria que hay se toma de Hegel, porque resulta particularmente cómoda y si se quiere, brillante y {sugestiva} , ya que se trata de un doble momento, el de la búsqueda y el de la afirmación. Por tanto, el comunismo es la abolición de ese extrañamiento del hombre que es la propiedad privada. La propiedad privada y el capitalismo son extrañamientos: el hombre sale fuera de sí mismo, después regresa y ese retorno se describe finalmente en [las características del] desarrollo pasado. Veis aquí que siempre volvemos a enfrentarnos al trabajo que estamos realizando. Incluso aunque en esta reunión parezca desordenado, habrá que reconocer que los distintos aspectos que trataremos están estrechamente relacionados y son muy importantes para nuestro gran fin material.
Al abordar esta cuestión, de vez en cuando volveremos al debate económico de esta mañana y de ayer, puesto que dicho retorno se funda sobre toda la riqueza del desarrollo pasado. En la crónica de las formas precapitalistas que hicieron ayer los compañeros franceses y milaneses, se trataba precisamente de evidenciar en qué sentido esta realización futura por la que luchamos utiliza una cantidad de elementos provenientes de las profundidades de la historia y de la sucesión de las distintas formas precapitalistas. El pasaje de los Manuscritos ha sido ligeramente tergiversado [por los traductores], como decimos en el dialecto napolitano . Si se lee correctamente suena más o menos así:
"Este comunismo es, como completo naturalismo, humanismo, y como completo humanismo, naturalismo. Es la verdadera disolución del conflicto entre la naturaleza y el hombre y de los hombres entre sí. Es la verdadera solución del conflicto entre existencia y esencia, entre realidad objetiva y consciencia subjetiva, entre libertad y necesidad, entre individuo y especie. El comunismo es el enigma resuelto de la historia y se considera como tal solución".
La filosofía se ha limitado a transmitir de una escuela a otra y de un autor a otro algunos enigmas tradicionales, algunos problemas tradicionales. Al intentar resolverlos, no ha hecho nada más que pasarse la pelota de un extremo al otro. Y a fuerza de ir y venir entre las antítesis habituales, este eterno enigma nunca ha sido resuelto. El comunismo lo resuelve desplazando por completo la tarea de la filosofía. Como habíamos dicho, cada hallazgo del [filósofo no es más que la opinión sobre un enigma, no su solución]. Creo que tenéis presente el anterior fragmento de Programma comunista en el que se resume la exposición sobre las cuestiones espaciales. En él traté de demostrar cómo aparecen las verdades revolucionarias. Siempre llegan con la resolución de un enigma. Pero esta resolución no consiste en decidir si algo es blanco o negro diciendo "blanco" o "negro". Es otra cosa. Lo cual significa que no es blanco ni negro, sino una tercera cosa, y lo es de tal forma que la vieja distinción entre blanco y negro se vuelve una absoluta estupidez. Por tanto, para la filosofía vincular los verdaderos resultados revolucionarios del hombre en su historia ―la de su conocimiento y su teoría― es un procedimiento inaccesible, porque siempre ha buscado una de las dos respuestas.
El nuestro es un resultado que no encuentra una respuesta a la pregunta, sino que destruye la pregunta, como he demostrado con los ejemplos de Galileo y Newton, con ejemplos más concretos e inherentes a la naturaleza física y por ello más comprensibles. Así ocurrió con el célebre cuestionamiento de que el Sol no giraba en torno a la Tierra, algo que no había sido cuestionado ni siquiera por los autores del moderno sistema geocéntrico. [Más propiamente], se trata de explicar por qué la Tierra no se cae sobre el Sol y por qué la Luna no cae sobre la Tierra. Esta vieja pregunta busca una respuesta. Newton no es el que la descubrió, sino el que descubrió que la pregunta era una estupidez porque la Luna sí que cae sobre la tierra, pero su forma de caer la mantiene siempre a la misma distancia. Parece una paradoja. Todas las nuevas verdades lo parecen. Todos los descubridores de las nuevas verdades en realidad son revolucionarios que van contra las ideas corrientes de su tiempo. Muchas veces hacen estos descubrimientos por el mero gusto de la negación, y la elaboración viene después. Cuando se ha explicado bien el concepto del movimiento rectilíneo del cuerpo que avanza con velocidad uniforme, [junto con] el movimiento que recorrería si cayese verdaderamente sobre la Tierra arrojándose contra ella ―¡pum!― según una línea vertical, y estos movimientos se componen según la idea expresada por primera vez por Galileo, entonces encontramos que la Luna recorre una órbita constante y que no caerá nunca sobre la Tierra.
Inadecuadas elecciones de bando
Todos los descubrimientos del hombre a lo largo de su historia, cuando son realmente útiles, realmente revolucionarios, en aquellos momentos favorables en los que son posibles, consisten en resolver viejos enigmas. Resolver no significa dar la victoria a uno u a otro, porque [no podemos ponernos del lado de las fracciones que son una expresión de las consecutivas sociedades de clase a lo largo de la historia]. ¿Somos espiritualistas o materialistas? ¿Somos los que han dado finalmente la victoria a la materia sobre el espíritu? Decir: "somos materialistas" y no añadir nada más, decir que hemos elegido un bando, que nos hemos convertido en un subtipo del viejo bando de los materialistas frente a los espiritualistas, sería dar una respuesta inadecuada. Bien al contrario, con nuestro sistema, por una vía no filosófica, es decir, revolucionaria, a través de la acción, a través de la lucha de los hombres entre unos y otros, entre el hombre y la naturaleza, hemos dado a este enigma un planteamiento diferente en el que la distinción entre materia y espíritu ya no importa. Es en este sentido que puede decirse que el marxismo es una filosofía de la praxis y de la práctica. ["Sería mejor decir que el marxismo es una doctrina o ciencia de las causas y de las leyes de la praxis, que no trata de la praxis del individuo singular sino del comportamiento social medio, y que su explicación de los hechos no consiste en poner tal comportamiento en la base de la investigación, sino en su cumbre. Eso no quiere decir que este producto de causas ambientales, materiales y relativas a la vida material de la especie no repercuta en las causas del discurrir histórico: lo hace, y ahí se encuentra precisamente la misteriosa "inversión" de la praxis, cuando se la descubre no en el pensamiento ni en la voluntad del hombre singular, ni siquiera en la del hombre excepcional, sino en la intervención en tiempo maduro de las clases sociales en sentido amplio y del partido de clase en el sentido más estricto"].
La diferencia entre el espiritualismo y el materialismo no nos obliga a escoger uno u otro convencionalmente, clasificándonos en un bando, como si tomáramos una historia de la filosofía, clasificáramos el nombre de todas las corrientes y las dividiéramos en dos partes, las que están a favor del espíritu y las que están a favor de la materia, engrosando nosotros una de ellas. Y todo eso [para descubrir después] que ha habido otros que han estado en las dos porque unos son monistas y otros dualistas. ¡No! Nosotros vamos más allá de ambos bandos, los utilizamos a ambos, los respetamos, los combatimos con un inmenso interés, tomamos contribuciones de ambos y nuestra respuesta no es ni "de izquierdas" ni "de derechas", no es la del eterno conflicto, sino una tercera y nueva respuesta que sólo es posible porque la acción humana en las relaciones entre los hombres entre sí y con la naturaleza ha alcanzado un estadio y un curso nuevos, que solamente podían darse en ese nivel de la evolución, no porque se hayan desarrollado el pensamiento y el espíritu humanos.
Marx vuelve sobre la demostración de que estos enigmas se resuelven [en el comunismo]. Es inútil que nos detengamos más en esta cuestión, porque sería largo y pesado. Quizás podría ser instructiva, pero entonces cogeríamos un camino demasiado largo, con intenciones demasiado grandiosas. [En lugar de eso], regresemos a nuestro producto semielaborado. Insisto: no hacemos este estudio inútilmente, porque todas nuestras investigaciones y exposiciones han de engarzarse unas con otras. La discusión sobre Rusia se engarza con la de la economía, la de la economía con la de la filosofía y a partir de ahora diremos: es mejor llamar a esta parte de nuestro trabajo no "filosofía" ni "crítica filosófica", sino "crítica de la filosofía", de la misma forma que Marx no puso a su trabajo uno de los nombres de las muchas escuelas de economía política, sino que lo llamó "crítica de la economía política". Y por crítica ha de entenderse la crítica en sentido revolucionario, en sentido restrictivo.
Llegamos ahora a la vieja antítesis de la que se burla Marx, sobre la que se funda el conflicto entre esencia y existencia. ¿En qué consiste ese conflicto? No me quiero poner a dar un curso rápido de filosofía de la biblioteca del pueblo, pero el tema se ha puesto de moda. Ahora hay existencialistas, los cuales renuncian a explicar la esencia: "No me interesa llegar al fondo de la esencia de la naturaleza, definir qué es el alma, qué la materia, qué la idea, la realidad, el hecho; solo me interesa un teorema: existo y quiero existir de la forma más satisfactoria posible". Luego extraen consecuencias hedonistas, caen en soluciones completamente vulgares… Falta el elemento, la certeza de que el conocimiento humano pueda alcanzar [el nivel de la especie. Para ellos el único problema] es existir.
[Los filósofos en general y los existencialistas en particular] vuelven al viejo problema teológico que se planteó con la existencia de Dios. La ciencia fue al mismo tiempo ciencia de la divinidad porque no podía ser —no conseguía ser todavía— ciencia del hombre y de la naturaleza, y no conseguía salir de la antítesis entre la ciencia del hombre y la ciencia de la naturaleza. Por eso el pensador antiguo había resuelto este problema convirtiéndolo todo en filosofía y teología: porque el hombre no se daba cuenta de que son lo mismo [y aún hoy persiste en el error], porque una de las muchas contraposiciones que hay que abolir es la del hombre y la naturaleza, la cual se abole fácilmente cuando, al pensar en el hombre, no pensamos en él como individuo singular, sino como especie. Como hemos visto ya otras veces, el hombre no es un sector ni una parte de la naturaleza y el problema [de esta contraposición] ya no es relevante. [Sí que hace un tiempo] era importante discutir solo sobre la naturaleza de Dios, porque Dios lo explicaba todo. Porque habiendo provocado, tomado de sí mismo, creado la naturaleza y el hombre, si se explicaba a Dios todo lo demás quedaba explicado.
Y dado por supuesto el teorema de la omnipotencia y de la voluntad de Dios, [todo lo demás iba de suyo]. Entonces se discutía: ¿qué es lo importante, la esencia o la existencia de Dios? Son dos problemas distintos. El de la existencia aparece cuando yo como creyente y teólogo me encuentro al ateo que me dice que Dios no existe, y yo le doy argumentos para demostrar que sí. Demuestro que Dios es —quod est, existe— y entonces formulo una prueba de la tesis de la existencia de Dios. El ateo me responde con la prueba de su no existencia. Está en su derecho. Dice "no me lo creo" y como es ateo, pues ya está. La discusión sobre la esencia es distinta. La esencia de Dios es el conjunto de las cualidades y características de Dios, de su entidad y su naturaleza. Se trata de determinar no ya quod est, que en latín significa establecer que él es, interpretando el que como conjunción, sino de determinar quid est, qué es Dios, de qué está hecho. Hagámosle la anatomía, veamos qué tiene dentro esta maquinita especial que se alimenta de velas, inciensos, ofrendas y plegarias. Veamos cómo funciona, cuáles son sus engranajes. Vayamos hasta el fondo. Los antiguos filósofos habían encontrado una solución brillante: desde el momento en que Dios es este sujeto, este ente que tiene por cualidad todas las cualidades, entonces es omnipotente, tiene todos los valores, todas las susceptibilidades, nada le limita, lo puede todo, contiene todo, tiene por tanto también la cualidad de existir. Una esencia así de completa debe comprender por fuerza la existencia. Es la famosa prueba ontológica de la existencia de Dios. Si Él no existiese no podría ser ni infinito, ni omnipotente, ni perfecto ni todo lo demás, por tanto existe. Por tanto la esencia demuestra la existencia. El ente crea la existencia, nos dicen los antiguos filósofos.
Este viejo enigma, que se podría discutir durante milenios, ya ni es útil ni importa. Da igual si Dios es y qué es. Pero sí que es muy importante toda la discusión que se hizo sobre lo que Dios es y no es. No nos hemos vuelto ateos de improviso, no nos hemos pasado al bando de los que dicen "Dios no existe, así que vamos a destruir todos los tratados de teología". ¡No! Son un producto del hombre. En cierto estadio fueron un producto útil, positivo, uno de los arcos del puente de las revoluciones. Y vamos a intentar expresar esto, si las fuerzas nos lo permiten, a lo largo de la reunión. En consecuencia, estudiaremos la teología y los mitos religiosos sin tener que preocuparnos en absoluto, sin razonar como el burgués cuando dice que va a quemar todos los libros de la Iglesia —todo para volver a imprimir una copia y ponerse de rodillas de nuevo—, cuando dice, en definitiva, que los destruye porque ahora solo me interesan los tratados científicos. Volveremos a este argumento.
Superación de los dualismos: sujeto y objeto
Otro argumento [es el conflicto] entre realidad objetiva y conciencia subjetiva. Se ha creado la antítesis entre realidad y conciencia: entre el cosmos, la materia, los fenómenos que son ante nosotros y que observamos, que en cierta forma registramos y fotografiamos en nuestro cerebro, y a los que damos una forma de charla o de papel escrito o de fórmula matemática. Ahora bien, entonces habría un conflicto entre estos dos mundos. Los antiguos enigmas se acaban reduciendo —perdón— al del huevo y la gallina: si me decís que primero nació el huevo, ¿dónde estaba la gallina que lo puso? Si me decís que primero la gallina, ¿dónde el huevo del que salió? Entonces, la pregunta de si debe haber una preeminencia entre la conciencia subjetiva y la realidad objetiva es uno de esos conflictos estúpidos [que hacen parte del conocimiento clasista].
No nos ponemos del lado de los objetivistas o de los subjetivistas, diciendo que hay que reforzar el bando de los objetivistas y aplastar todos los libros subjetivistas, o a la inversa. De los materialistas dialécticos encontraremos seguramente un apoyo para nuestra lucha —que no es tanto una batalla de pensamiento contra pensamiento, sino de hombres contra hombres en el sentido concreto—, quizás también en los defensores de la conciencia subjetiva, que negaban la validez de la realidad objetiva. No nos abandonamos a las viejas clasificaciones de las iglesias filosóficas. Más que abolir la religión, queremos abolir todas las iglesias. La Iglesia es hoy una organización con ciertos objetivos de conservación. Tenemos la certeza de que la sociedad comunista no tendrá iglesias y eso es lo que respondemos al problema de la religión. No nos interesa responder [a la pregunta por la religión] que queremos eliminar el Padre Eterno, la Virgen, San José, Buda o Visnú. A nosotros no nos interesa en absoluto eliminar la divinidad. Nos basta con haber expuesto un tránsito de la sociedad por el que a partir de un determinado momento se ve que ésta funciona perfectamente sin iglesias y que no hay necesidad de difundir la palabra revelada, el evangelio divino. Nosotros ubicamos fuera [de este problema de otras sociedades].
Otro argumento es la contradicción entre individuo y especie. No voy a ilustrarla, porque me parece evidente que [con el trabajo del partido] también nos ubicamos fuera de esta cuestión. Todo lo que estamos diciendo y con lo que hacemos agitación nos sirve para demostrar que se trata de una contradicción insana. Nunca salvaremos al individuo, nunca alcanzaremos una elaboración y un conocimiento total si no convenimos que solo a través de la especie podemos resolver el problema. En cierto sentido, el individuo no existe. El individuo no existe sin la especie. En consecuencia, es preciso estudiar la dinámica de la especie y no la del individuo.
Volvamos al último punto: el comunismo es el enigma resuelto de la historia y se considera como tal solución. Esto es extremadamente importante. Porque si el comunismo es el enigma resuelto de la historia, la humanidad, para tener ante sus ojos este enigma ya resuelto debería esperar a estar en el comunismo, en la sociedad comunista. Pero para nosotros la sociedad comunista existe desde ya. La anticipa el partido histórico porque posee su doctrina. No la posee de manera completa ni elaborada, [algo que sólo será característico de la sociedad futura], sino de forma aproximada. El partido comunista es el único ente que puede poseerla y el único que puede definirse como sujeto de la revolución. No puede poseerla la clase ni mucho menos el sindicato. Sólo queda el partido, por tanto, [para representar el camino consciente de la especie].
La escuela de la preeminencia del espíritu, de la conciencia subjetiva, de la interpretación teológica del camino humano, ha elaborado concepciones que se han ido estratificando después en la historia. Han constituido los estratos de esa geología del conocimiento que consideramos correspondiente a la geología de la materia física, sobre la cual se apoya todo el mundo hoy en día. Representa uno de los muchos arcos del puente [que une a la humanidad primitiva con la humanidad desarrollada y libre de la necesidad]. Tomamos de este puente, que ya ha sido iniciado, el camino a seguir. No podemos caminar todavía antes de haber lanzado el último arco —porque todos en el fondo somos los constructores de este último arco—, pero sabemos que podremos hacerlo, sabemos que cerrará los enigmas de la sociedad precedente. Nuestra cognición del mundo no puede por tanto tener un valor de obra perfecta y conclusa, como en las pretensiones de carácter escolástico, académico, científico, pretensiones que siempre han sido características de las ideologías conservadoras y contrarrevolucionarias. Bien al contrario, la nuestra tiene un carácter esencialmente abierto, dinámico, y el sujeto de la posición que liquida las antiguas controversias ideológicas es el partido. Es el partido quien les superpone una nueva teoría, una preconsciencia de la sociedad futura, el que representa la conciencia subjetiva y que hace de "nuestro" sujeto una esencia que ya no es individual. No hemos abolido completamente el sujeto llevando todo al objeto. Todavía tenemos necesidad de un sujeto. Pero éste no es ya una persona, un individuo: es un ente, el partido, el cual sirve de puente de transición. O mejor: sirve de potente constructor del puente de transición a la sociedad futura.
Potencia dialéctica del logos (pero necesidad de saber manejarla)
Al final de esta parte —que no voy a volver a leer porque lo podéis hacer vosotros perfectamente— hay un esbozo de algunos de los antiguos enigmas de la filosofía que fueron resueltos en las fases revolucionarias de la historia. Si aludo a Galileo, Newton, etc., es porque considero que anticipan la revolución burguesa. En cierto sentido, son una sección del partido revolucionario que debía derribar la antigua sociedad teológica y feudal. Y cité el ejemplo de Galileo, que ya habéis leído en el otro número del periódico y que volveréis a leer aquí [en su Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo]. En su discusión con el peripatético Simplicio se da la vieja controversia de por qué debemos guiarnos, a quién debemos creer, por quién debemos dejarnos pilotar, ¿por el sentido material, por las denuncias que hacen nuestros sentidos del mundo exterior, o por la reconstrucción que hace de él nuestro pensamiento? ¿Quién tiene razón, el discurso o los sentidos? El primer salto revolucionario sale ya de esta contraposición equívoca de las categorías. Por eso es muy útil considerarlo. La manera en que lo plantean hoy los fanfarrones de los académicos es algo destructivo, contraproducente y ridículo. Se creen que valen mucho más que Galileo o Newton solo porque ellos han nacido tres siglos más tarde. Para nosotros, Galileo o Newton valen mucho más. Tomamos sus resultados como verdaderas conquistas del gran curso humano, capaces de liquidar definitivamente las contradicciones del conocimiento anterior.
He hecho una comparación que me parece interesante —disculpad mi falta de modestia— entre la posición de Galileo contra Simplicio, que maneja malamente a Aristóteles, y la de Marx contra quienes polemizan con él, que manejan malamente a Hegel. Galileo le dice al peripatético: "No quieres creer lo que te digo: que he hecho un experimento y que el cuerpo ligero y el pesado caen al mismo tiempo. Porque el logos te alerta de que debe ser falso, que debe llegar antes el más pesado. Pero voy a dejar mi laboratorio experimental, voy a dejar de enseñarte el nuevo método de ensayo que no está hecho para tu cabeza, y voy a ir a tu terreno. Voy a adoptar el logos de Aristóteles, la lógica, el razonamiento, y razonando te voy a demostrar que estás diciendo tonterías".
[Voy a coger un caramelo, que cae a una cierta velocidad. Después le voy a quitar el papel y te voy a mostrar que éste cae más despacio, mientras que el caramelo cae más o menos a la misma velocidad que antes. La teoría aristotélica te dice que el cuerpo pesado y el ligero caen de manera diferente y los sentidos lo confirman, pero los mismos sentidos te dicen que cuando el papel recubría el caramelo todo caía a la misma velocidad del más pesado. Nace aquí una contradicción: el caramelo con el papel debería caer más rápido, porque es más pesado, pero al mismo tiempo debería caer más despacio porque la "naturaleza ligera" del papel debería frenar al caramelo. Los sentidos te engañan y el logos también, si lo utilizas mal. Aristóteles se equivocaba, porque creía que el aire ayudaba al movimiento, pero en realidad lo frena: los alumnos de Galileo demostraron que en el vacío el papel y el caramelo caen a la misma velocidad]. Por tanto, el tiempo de caída es el mismo para el cuerpo pesado que para el ligero. Así tu tesis, la tesis aristotélica, es una tontería también según los cánones de Aristóteles, y si estuviera aquí discutiendo con nosotros modificaría su teoría. Lo mismo responde Marx a todos los hegelianos de izquierda alemanes: decís una cantidad enorme de estupideces en vuestros artículos y os pensáis que habéis superado a Hegel, que estáis avanzando hacia la verdad absoluta más de lo que él lo hizo, etc., etc., porque en realidad, como Simplicio, no sabéis manejar ni el mecanismo del logos de Aristóteles. No habéis entendido el logos de la Enciclopedia de Hegel. Por mi parte, sin embargo, aunque utilizo la lógica de Hegel no me adhiero a él, al igual que Galileo no se adhería a la lógica de Aristóteles. Me paso por el forro todas las lógicas, desde Aristóteles a Hegel, porque las utilizo de forma no filosófica, confío en la experiencia, en su interpretación teorética y en el regreso a la propia experiencia [para modificarla según la teoría]. Esos puntos de inflexión históricos se encontraban en el momento en que el que el arco del puente comenzaba a elevarse, no en el que descendía, y lo mismo tenemos que hacer nosotros, [tomar] una posición análoga en nuestro estudio, un esbozo, un boceto de este difícil problema del conocimiento humano. Y es que ponernos en la posición histórica en la que se encontraba Galileo en el XVII y en el que se encuentra Marx en el XIX [no significa quemar los libros ni utilizarlos sin criterio, sino aprender el método para emplearlo]. En el fondo es el mismo problema de todo el desarrollo de la humanidad, de su acción, de su relación con el mundo o mejor aún, de la relación del mundo consigo mismo.
Superación de los dualismos: alegría y sufrimiento
Así, habíamos apuntado a la resolución de algunos enigmas. Naturalmente, hay que aligerar la exposición, tanto para adecuarnos a nuestra escasez de individuos como porque no tenemos la intención de llenarnos la cabeza de cultura como si fuéramos bibliotecas. Aquí vamos a lo sencillo.
Volvamos al conflicto entre naturaleza y sujeto, a la noción de la impronta que el sujeto dejaría en la naturaleza. Y volvamos al concepto de que [es la naturaleza la que se da a sí misma esa impronta]. Eso resuelve una milenaria contradicción: ¿se deben hacer hipótesis primero sobre la realidad, sobre el ser, o primero sobre el pensamiento? La fórmula de Marx en la discusión sobre Hegel es que el pensamiento y el ser son distintos, pero al mismo tiempo hay una unidad entre ellos. El viejo conflicto entre pensamiento y ser se reducía a eso: ¿hubo un momento en el que el pensamiento existía antes del ser, de la sustancia material, y después ya nació la realidad, o existía antes la realidad y después nació el pensamiento? La respuesta de Marx, que tendremos que dilucidar en lo que vamos a decir ahora, es que llegado un cierto momento su relación recíproca es tan estrecha que hay una unidad entre ellos, y por tanto han nacido al mismo tiempo: uno nació porque estaba el otro y a la inversa. Y aquí, sin embargo, se encuentra la duda que debemos examinar en nuestro próximo desarrollo. Todos los pensadores tradicionales dicen: cuando establezcamos la prioridad, la precedencia, [habremos alcanzado la verdad]. Siempre razonan según jerarquías porque han nacido en sociedades jerarquizadas. No saben ver nada más que el amo y el siervo, el jefe, el que tiene un grado superior, y el que obedece. Por eso también en las categorías de la filosofía buscan siempre una prioridad, una preminencia, una presuposición, y tienen que presuponer por fuerza una cosa para que se eleve sobre otra. O tienen que presuponer la realidad para elevarse sobre el pensamiento, o el pensamiento para elevarse sobre la realidad. Es absurdo, porque no se ha visto nunca que se pueda pensar sin que la realidad estuviese ahí y nunca se ha visto tampoco una realidad que no presupusiese "pensamiento". En cualquier caso es así como razonan. Nuestra respuesta se escapa de ese eterno enigma.
Marx desarrolla la cuestión del individuo y de la especie hasta el punto de que incluso sustituye el sentido subjetivo por un sentido colectivo: no existen ni el ojo ni el oído del individuo, son el ojo y el oído de la especie, y desarrolla este concepto. Después afronta otra tesis, realmente interesante y revolucionaria en el sentido más amplio de la palabra:
"El hombre se apropia de su ser unilateral de manera omnilateral y por tanto como hombre total. Todas las relaciones humanas que el hombre tiene con el mundo, y por tanto ver, oír, oler, gustar, tocar, pensar, intuir, sentir, querer, actuar, amar, en resumen, todos los órganos que constituyen su individualidad como los órganos que son en su forma inmediatamente órganos comunes, son en su comportamiento objetivo, o en su comportamiento hacia el objeto, la apropiación de todo esto por la efectualidad humana. Esta manifestación es tan múltiple como las determinaciones de la actividad humana, el actuar y el padecer del hombre, porque los sufrimientos, tomados en el sentido humano, son un goce propio del hombre".
La cuestión de actuar y padecer es ya vieja. ¿El hombre actúa sobre el mundo externo? ¿Lo modela a su voluntad? ¿Soy yo el que deformo por completo con mi fuerza la naturaleza en torno a mí y la someto a mi deseo? Las filosofías pragmáticas ponen el acento particularmente en esto. ¿O es la naturaleza la que me mantiene en la estrechez, me asfixia, me agrede y por ello me hace sufrir, de tal forma que cada intento por liberarme o por ir en alguna dirección se transforma en un sufrimiento, por lo que vivir [no sería nada más que un intento permanente de liberarse del sufrimiento]? Sería la envidia generalizada, todo el espíritu revolucionario se reduciría al lema: "Nosotros, sufridores, queremos pasar a la categoría de los gozadores".
En cambio, en nuestra concepción esta diferencia entre actuar y padecer ha sido completamente superada: el hombre goza porque sufre, sufrir y gozar es lo mismo. No gozaría si no sufriese, y eso se podría demostrar también para muchas relaciones de la naturaleza, por la misma relación entre macho y hembra. ¿Realmente se puede establecer si es dolor o placer? Coinciden, se tocan directamente. La enorme alegría que tendrá el hombre en el futuro, la de conseguir armonizarse como especie con la naturaleza que lo rodea, en cierto sentido conseguir transmitir su impronta, su voluntad, no la de su cerebro individual sino el de la organización colectiva, de la sociedad futura hoy anticipada por el partido, en la realidad modelable del mundo exterior, implicará siempre, al mismo tiempo, que sufra. Cuando quiero alzar un peso, hacer un esfuerzo para alcanzar un resultado, cuando por ejemplo quiero la alegría, el puro goce de una excursión de alta montaña, de un sexto grado afrontado con el tormento de los miembros, sufro para obtener ese resultado. Cada resultado se obtiene sufriendo. Mi acción no es el camino hacia la alegría, ni el camino para evitar el dolor: es el camino para tener una combinación racional, natural y humana de alegría y dolor, porque la relación del hombre con la naturaleza considera estos dos elementos como algo inseparable. El paso de Marx es verdaderamente grandioso, y con otros pasos va más allá de todo lo que los filósofos han pensado y dicho antes y después de él: que el sufrimiento, tomado en el sentido humano, es un goce propio del hombre. El sufrimiento vinculado al acto de alcanzar un fin [deseado hace parte del goce. Y dado que la historia del hombre, desde el momento en que aprendió a invertir la praxis animal y comenzó a proyectar su futuro, aunque por ahora de una forma muy limitada, es toda ella ir hacia una meta, la de la sociedad futura, es así que el movimiento hacia un fin es "sufrimiento tomado en el sentido humano, como goce propio del hombre". Este "ir hacia" es la historia humana del hombre. Al igual que el movimiento es el modo de ser de la materia, también lo es el modo social de ser del hombre y de sus sociedades sucesivas. No hay una separación metafísica entre movimiento y quietud].
Superación de los dualismos: quietud y movimiento
El enigma de la dicotomía entre movimiento y quietud lo resolvió Galileo y proporcionó el camino que tomaría más tarde Einstein. "Si traemos a tierra el carácter absoluto del Tiempo, destruimos aquello sobre lo que siempre ha jurado la humanidad: el misterioso tocar de las campanas que, marcando el presente, eleva una barrera rígida, tan en perpetuo movimiento como insuperable, entre el Pasado y el Futuro. Con esta batalla memorable, Einstein no se encuadra entre las dos generaciones contemporáneas del pensamiento burgués que asaltan tanto la teoría de la naturaleza como la de la sociedad, sino que se escapa por completo. Una es el positivismo, entendido a vuelapluma, con el que la ciencia apunta cuanto se da en el Pasado y se desentiende de todo lo demás, sin saber entonces construir nada en el Futuro. La otra es el banal e indecente existencialismo, que no es sino el nivel al que llega una sociedad marchita, madura desde hace tiempo para la Revolución purificadora, a la que ésta se le ha escapado de las manos. El existencialismo sólo conoce el Presente y niega las leyes y pilares que construyen el Futuro. Y no contento con eso, las niega también para el propio Pasado, un pasado que el existencialista se pasa por el forro como quien está intoxicado de tanto ir apañándoselas".
La historia del hombre es una, es dinámica, está hecha de relaciones. Ya no es posible afirmar que un cuerpo está en movimiento o está quieto. Todos los cuerpos están en movimiento, y se mueven de formas tan diversas cuanto diversos son el resto de cuerpos que les sirven como puntos de referencia. Por tanto, se encuentran en una relación relativa, en una relación dialéctica, porque la relatividad significa en el fondo dialéctica: sustituye la definición de un absoluto. Por eso la principal crítica de Marx a Hegel llega a su culmen en la crítica a las tesis en las que Hegel quiere alcanzar el absoluto. El valor de la dialéctica es demostrar precisamente que no hay absolutos, que sólo hay relaciones, y lo esencial es pasar de las relaciones de un primer orden a las de un orden superior, más avanzado en la historia.
Superación de los dualismos: naturaleza y pensamiento
Habíamos hecho un cierto esbozo de objeto y sujeto, de materia y pensamiento, de goce y sufrimiento. Queda el problema de la antítesis entre el mundo físico, el mundo natural, y el pensamiento. En primer lugar, ya hemos proporcionado una respuesta mirando el mundo, fotografiándolo tal y como es hoy, sin poner toda la película desde sus orígenes. Lo hemos hecho así porque Marx dice que ponerse a reflexionar sobre los orígenes de manera insuficiente, no es otra cosa que una forma de caer en el engaño de la mística religiosa y poder recrear la religión. Tanto es así que a Hegel, después de su magnífica crítica, lo podemos mandar a paseo. Hegel y su escuela volvieron a introducir históricamente la religión, no solo al hacer concesiones de orden teorético sobre el Absoluto, sino también porque el movimiento que se formó sobre la base de esta filosofía terminó por hacer un nuevo homenaje a la potencia de la Iglesia católica y de otras iglesias. Por eso no podemos dejarnos cegar, nos dice Marx, por especulaciones del tipo "¿cómo ha empezado?". Consigo darte una explicación completa de cómo gira la Luna en torno a la Tierra, cómo su caída se transforma en un movimiento circular, pero después viene otro y me hace una sola pregunta, bien insidiosa: "está bien —dice—, has explicado que la Luna tiene una fuerza viva que le da una velocidad lineal de aproximadamente un kilómetro por segundo. La Luna pesa mucho. ¿Quién le ha dado su primer impulso? Si no sabes decirme qué ocurría antes, entonces habrás de admitir la existencia del Padre Eterno". Llega Laplace e intenta explicar que los planetas y el Sol se formaron por la condensación de una masa fluida giratoria que se fue diversificando poco a poco y que se condensó por sí misma hasta formar los planetas, por lo que deberíamos imaginarnos que la Luna se desprendió de la Tierra cuando ésta era todavía una masa fluida y muy caliente, a enormes temperaturas —obviamente, mucho antes de que apareciese la vida. La respuesta estaba sin terminar, pero eso no quita que fuera un paso adelante, una exposición justa que confirmaba los resultados a los que habían llegado Galileo y Newton. Marx avisó contra la trampa del filosofastro vulgar, la de ascender siempre a los orígenes.
Con todo, teníamos que resolver el problema de los orígenes, entendido en su justa medida… En definitiva, tenemos que planteárnoslo si queremos responder a una cuestión que se ha vuelto de bastante actualidad: ¿qué valor tienen la ciencia y la técnica en la sociedad moderna? ¿Debemos basarnos en ellas? ¿Han renunciado a las hipótesis creacionistas, aunque no lo admitan? En otras palabras: si consideramos que hemos hecho justicia a todas las religiones —que es lo que dicen directamente los burgueses, mientras que nosotros lo decimos en un sentido muy distinto, porque les damos un reconocimiento y sacamos de ellas, en muchos aspectos, resultados históricos— [¿cómo tratamos la ciencia burguesa que hoy se afronta acríticamente, al igual que los Absolutos y por ello mismo que las religiones?] Si los burgueses tenían la pretensión de tirar por la borda todos los dictámenes religiosos, cerrar los libros sacros y no volver a hablar de ellos nunca más; si Marx estableció que cada filosofía ha de tener su tiempo, entonces nosotros ¿qué hacemos? ¿Tiramos todos los Evangelios y tratados de todos los filósofos, desde los más ancestrales hasta Benedetto Croce? ¿Cerraremos y mandaremos a freír espárragos a todos los alumnos gramscianos de Croce, los de hoy en día, inscritos en el PCI (¡sobre todo a estos!) sin siquiera mirarlos?
Es lo que hacen los burgueses. Afirman que [el viejo conocimiento metafísico ha sido superado], pero que siempre será válido y se puede confiar en una parte del conocimiento, de las ciencias exactas, de las ciencias positivas, en una parte de la ciencia sobre la que se apoya directamente la tecnología moderna.
Sólo las sociedades de clase queman los libros
Los franceses han traído un precioso volumen de Marx en el que dice muchas cosas [como las que estamos discutiendo], pero dice sobre todo algo más: la ciencia mecánica y la matemática burguesa fueron útiles, porque permitieron a la burguesía construir las máquinas, construir las fábricas, utilizar el sistema mecánico de la producción, usar el vapor, la electricidad, mañana la energía atómica, condiciones que han permitido un nuevo desarrollo social. Pero para nosotros los enunciados de esa ciencia no son en absoluto un verbo del que los comunistas puedan sacar nada. En otras palabras, de la biblioteca habremos quemado —entiéndase metafórica y no concretamente— la sala de los textos religiosos y la de los textos filosóficos, mientras que la de los textos científicos, en cambio, la que contiene las matemáticas, la química, la mecánica, la tecnología, lo que queráis, la física nuclear, esta sala no debería parecer sospechosa, debería ser todo bueno, a disposición de todos. Yo como comunista, el democristiano y el estalinista vamos allí al mismo título a coger un volumen, lo consultamos, nos informamos, adquirimos información. Y lo hacemos naturalmente como individuos aislados: ¡ay del que piense que el hombre puede tener un concepto de naturaleza social, de naturaleza colectiva! ¡Ay del que piense que el individuo no quiere darse a sí mismo la propia información cultural sobre la interpretación, sobre el trabajo interpretativo del mundo externo! ¡Ay del que piense que la especie humana puede haber hecho un camino común del conocimiento! Ya es mucho que la burguesía, de esos antiguos volúmenes que representan [el camino de sus propios resultados científicos], pueda leer los principales, ir a buscarlos y ver que hay algo bueno.
Pues bien, nosotros tenemos que responder que este planteamiento es errado. Tampoco podemos ir a la sala de los libros científicos sin sospecha. No es que los queramos quemar. Por otro lado, ya hemos dicho que el método burgués de quemar las biblias no funciona. Terminaré, si lo consigo, terminaré mi exposición precisamente invocando un texto bíblico para resolver un problema que se presenta hoy como teoría científica. Si lo consigo y si lo conseguís, en verdad, porque no sé si me dará para tanto la voz, si no me vendrá un dolor atroz de garganta antes de que a vosotros os aplaste el dolor de estómago por la falta de comida. De cualquier forma, si me lo permite la voz, citaré la Biblia. El que no pueda más que se levante y se vaya.
Entonces, habíamos visto que no estoy proponiendo quemar nada. Pero si fuera verdad que la cuestión se resuelve quemando cosas, entonces os diré que lo quememos todo, también la parte de la ciencia y de la tecnología. Sin lugar a dudas, habremos dado un paso adelante, un paso a una sociedad menos repugnante. Conservaremos lo poco que quede en nuestro cerebro colectivo, que quizás es la mejor forma de transmisión —y de redención— de la especie. Volvamos al ancestral sistema de la sociedad primaria que han descrito los compañeros franceses [en las reuniones sobre la sucesión de los modos de producción]. No queremos hacer una selección y quedarnos con la parte científica, aún menos con esa parte de la ciencia que viene de escuelas, universidades y academias: allí la probabilidad de que se digan muchas estupideces es ciertamente mayor de la que existe en la Biblia o incluso en la filosofía de Benedetto Croce, porque los académicos provienen directamente de la clase que detenta hoy el poder. Los capitalistas realizan sus ganancias, a través de ellas pagan a los científicos y los laboratorios donde se desarrolla una parte de la tecnología y de la ciencia exacta que sirve para hacerla. Después pagan, con parte de sus ingresos publicitarios, a los profesores universitarios para que enseñen a los estudiantes universitarios —los tecnócratas, los directivos, los técnicos de la actividad productiva del mañana— las soluciones que más convienen a los intereses de la sociedad capitalista. Por tanto, también en el campo científico de la llamada ciencia positiva —¿qué significa positiva?, nada en realidad— no hay solo una probabilidad de encontrar estupideces, sino que es mayor que en la religión y en la filosofía. Pero un burgués podría decir que las dos categorías han sido, en cierta forma, desnicotinizadas por los grandiosos resultados de la crítica posterior. Es verdad que en cierto sentido la obra más reciente dirá cosas mejores que la más antigua. Y ciertamente se podría pensar que Bacon decía cosas más precisas de las que decía Galileo. Pero la verdad de todo esto es muy discutible, porque en el campo de la ciencia sucede más bien al contrario: los últimos resultados, los más modernos, son los más repugnantes y tramposos.
La intuición, la ciencia y la anticipación "realista"
Ahora bien, este concepto fundamental —el de que cada sociedad tiene una ideología determinada por los intereses de la clase dominante— conlleva el hecho de que todas sus manifestaciones son ideológicas no sólo en el sentido filosófico, religioso y jurídico, sino también en el sentido científico. Por eso podemos —y aún mejor podremos y deberemos hacerlo en el futuro— fabricar con nuestras pocas fuerzas otra ciencia completa, igual de completa, a partir de la misma riqueza de recursos, del mismo andamiaje que sostiene los laboratorios pagados por las grandes industrias, la universidad, las distintas asociaciones y academias.
Se podría objetar diciendo: "bueno, veamos después de haber hecho la revolución, porque sería de locos intentar hacerlo ahora. Ni lo intentemos, no tenemos fuerzas. Por ahora se necesita solo la desconfianza hacia todos los apologistas ideológicos de la sociedad actual. Y tenemos que pensar que no es ni siquiera necesario, además de que tampoco es concebible, hacer ese esfuerzo de fabricar nuestra ciencia. Como partido, fabricamos solamente nuestra teoría general. No lo hacemos de forma tan refinada como para [poder dar todas las respuestas útiles a la sociedad futura], pero sí en bruto, muy al inicio, [porque antes que nada somos los destructores de esta sociedad]".
Todo esto es verdad, y en efecto después hablaremos de la comparación entre la ciencia y la intuición. Elegiremos la intuición y no la ciencia, sabiendo bien que nuestra intuición está en contra de la ciencia de estos señores. Elegimos la lucha que conduce a la dirección de una sociedad en la que el hombre tendrá verdaderamente una ciencia única y completa, ya sea del mundo "externo" que de sí mismo como especie: un punto de llegada que, según algunos pasajes de Marx y Lenin, es [un punto al límite], lo que equivale a decir que es un punto que no es necesario pensar como alcanzable, que podrá quedarse también como meta para quien se aproxime indefinidamente, sin llegar a él nunca. No es necesario pensar que en la sociedad actual haya dos ciencias, una de la clase dominante y otra de la dominada: sólo existe una, la de la clase dominante. Por tanto, todo el conocimiento ha de permanecer bajo sospecha, toda la ciencia, no sólo una parte. Tampoco podemos resolver el problema pretendiendo que los proletarios, antes de luchar por la revolución, respondan si les interpelan indicando los errores de esta ciencia y exponiendo la verdad de una ciencia proletaria. Será en verdad un esfuerzo descomunal, imposible, si pensamos en todo el ámbito de la ciencia y la tecnología. Quizás fuera posible alguna tentativa en un sector determinado. Por ejemplo, yo no estoy especializado en nada, pero para ir tirando me ocupo un poco de la construcción, de esqueletos de cemento armado, por lo que podría coger este sector y demostraros cómo, si para construir utilizo un manual de hace cincuenta años, lo haré mejor que leyendo el último manual salido de la universidad. Es ahí donde están los insidiosos recursos que imponen las empresas contratistas, las que provocan los derrumbes de Barletta, de Catania y de Milán, así como de otros edificios que se cayeron incluso antes de haber sido terminados. Se puede hacer ya una crítica positiva de la construcción y del urbanismo burgués, pero hacerla para toda la ciencia y la tecnología sería un esfuerzo que hoy la humanidad no podría afrontar. Naturalmente, en parte podría hacerlo el partido revolucionario, si estuviéramos menos alejados del poder. Los partidos burgueses no lo hacen porque son hoy absolutamente conformistas, se postran ante el académico, el profesor, la cultura, acostumbran al proletario a empaparse de mentiras que corresponden al interés de la clase dominante, lo habitúan a que se deje penetrar por la ideología y el modo de pensar que le conviene a la clase dominante. Esta polémica la llevo teniendo desde que era un niño y perseguía el pasaje de Marx del que me acordaba —bueno, no sé si lo recordaba, si ya había sido publicado o si me lo estoy inventando— y que finalmente hemos encontrado.
Ciencia como ideología específica de la clase dominante
Era en La ideología alemana, en uno de los manuscritos, y allí se aclara eso de la ideología de una determinada forma social. Por eso el proletariado no tiene que adquirir primero la ideología comunista y luego ya hacerse comunista. Tiene que hacerse comunista a patadas en el culo, a mazazos en la cabeza, a cañonazos si es necesario, y sólo después poseerá esta nueva forma de conocimiento. No puede poseerla antes, bajo ningún concepto.
"Las ideas de la clase dominante son las ideas que dominan en todas las épocas. Esto significa: la clase que tiene la potencia material para dominar la sociedad es al mismo tiempo su potencia espiritual. La clase que dispone de los medios de producción material dispone también, al mismo tiempo, de los medios de la producción intelectual, de modo que las ideas de los que carecen de los medios de producción intelectual están al mismo tiempo sometidas a ella, por término medio. Las ideas dominantes no son sino la expresión espiritual de las condiciones materiales dominantes, son las condiciones materiales dominantes en forma de pensamiento. Por lo tanto, las condiciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas".
No es necesario pensar que en el tiempo del capitalismo los capitalistas tienen idea alguna de su propia dominación burguesa, [ni que los proletarios aspiran a su propia dominación]. Por desgracia capitalistas y proletarios tienen la idea fija, inculcada por la dominación capitalista, de que viven en un mundo que no puede ser distinto y que como mucho se puede intentar parchearlo. Por eso, si tuviéramos que esperar al asalto revolucionario provocado por una movilización de las ideas no llegaríamos nunca: al asalto debemos llegar con la fuerza y no con la razón. Lo cual no quita que el partido anticipe la solución de la sociedad futura. No es una contradicción: sólo se trata de ver todo dialécticamente, e incluso la anticipación no es fruto del pensamiento sino de las fuerzas que actúan materialmente.
"Los individuos que forman la clase dominante también tienen conciencia y por eso piensan. En la medida en que dominan en cuanto clase y determinan el conjunto de una época histórica, va de suyo que lo hagan en toda su amplitud, por eso dominan entre otras cosas como productores de ideas, y regulan la producción y distribución de las ideas de su época. Las clases dominantes son productoras de ideas y al mismo tiempo reguladoras de su distribución. Por eso las suyas son las ideas dominantes de la época".
Como podéis ver, nuestra cadena, nuestra secuencia es bastante diferente de la de la burguesía: la burguesía dice que el hombre ha resuelto el problema de la tecnología —es decir, el problema de la acción humana contra la naturaleza— planteándoselo y resolviéndolo con el pensamiento racional. La tecnología sería el conjunto de los métodos que el hombre ha elegido para prepararse para agredir a la naturaleza y llegar a la producción, al servicio de la cual se pone después la ciencia. [En realidad, la secuencia burguesa plantea una representación invertida, poniendo antes el pensamiento], ese sistema de medios descrito ayer, muy sencillo, que quizás primero se reducía a la boca que mordía la fruta como hacen los animales, después a la mano que la cogía, después a una porra, un hacha de piedra como prolongación de la mano, después, poco a poco, en una continua evolución, a la máquina moderna y a las necesidades "científicas" evocadas por ella en todo el ciclo de la producción.
Precisamente en esta secuencia se evidencia la construcción ideológica. La tecnología precede a la construcción de las formas sociales, la construcción de las formas de propiedad, de las formas de poder. Solo al final aparecen las ideologías, incluida la ciencia actual. Solo al final de todo este recorrido histórico podremos tener una ciencia completa a disposición de la humanidad, capaz de expresar ese resultado útil, síntesis de todas las épocas pasadas, del que habla Marx. Si vamos a pedir explicaciones a la ciencia vigente hoy de manera oficial y que se difunde en las escuelas, bibliotecas, periódicos, radio, televisión, etc., etc., no obtendremos un resultado diferente que el de empaparnos nosotros mismos de las ideas de la clase dominante y por tanto el de llevar a cabo una acción contrarrevolucionaria. No tenemos nada que alcanzar, y si tuviéramos que hacerlo lo haríamos con extremo cuidado. Ese cuidado debe ser aún mayor cuanto más próxima es a nosotros la época histórica. Entonces, como decía, podemos manejar con cierta confianza la Biblia, podemos manejar con cierta confianza Aristóteles, podemos manejar con relativa confianza a Benedetto Croce. Pero debemos manejar con extremo cuidado los manuales de ciencias exactas, de química aplicada o de ciencias de la construcción, porque ahí está el problema, que el capitalismo debe engañar a toda la sociedad. Este es el criterio a seguir en el trabajo del partido.
El curioso encaprichamiento de Lenin por Hegel
En grandes líneas, este es el concepto del que hay que partir y una de las tareas de nuestro partido sería la reconstrucción de una historia [del conocimiento y de la producción material] para tener, al mismo tiempo, una historia del pensamiento. Se trata de un proyecto que se ha intentado llevar a cabo y escribir muchas veces. El último fue Hegel, que consideraba [la filosofía de la naturaleza como el culmen del devenir del Espíritu, puesto que la naturaleza material para él era "la Idea en forma de otro ser", es decir, pura exterioridad, pura necesidad sin la libertad, que sólo es proporcionada por el pensamiento. Por eso] hizo que el último capítulo de la historia del pensamiento fuera la filosofía natural y que no hubiera que añadir nada más al conjunto de su obra. También por eso sus seguidores filósofos han seguido un camino equivocado, es decir, han hecho la historia de los esfuerzos que los cerebros humanos subjetivos se habrían impuesto para resolver el problema del conocimiento.
En cambio, el camino que toma Marx es completamente distinto, que es también el que el movimiento proletario y la clase deben seguir, mientras luchan por la victoria, y que en cierto sentido también el partido podría tomar desde este mismo momento. Nuestra secuencia ve primero la historia de las relaciones entre el ser humano y la naturaleza con el objetivo de la producción, por tanto, de la tecnología. Después la historia de las formas sociales, más tarde la de las ideologías —como también se ha dicho en el trabajo de los compañeros franceses— y finalmente se puede llegar a la formulación de la historia de la ciencia. Se trata de una idea que también enunció Lenin y que siempre he seguido intuitivamente, porque sé que eso se aprende en el partido al que me he confiado, y por eso lo digo también con el sentido de pertenencia a este partido. No importa si me convence personalmente —la convicción personal no importa un carajo—, debo ser solamente coherente con esa parte, con la clase con la que me he posicionado: el proletariado revolucionario. Que después sus componentes individuales no "entiendan" ni siquiera importa, importa la lucha.
Así que hay afirmaciones similares en Lenin también. Las he encontrado en su comentario sobre la Ciencia de la Lógica de Hegel, un comentario que estudiaremos. De momento sólo lo tenemos en inglés, y hay que devolvérselo a los franceses, pero tarde o temprano lo traduciremos, nosotros o ellos. Es bastante interesante, pero hay un poco demasiada admiración por Hegel. En mi opinión, Marx es más severo que Lenin, tanto más cuanto que Lenin estaba estudiando la Lógica, que es una parte de la obra de Hegel que Marx criticó mucho. Es verdad que Engels lleva la lógica y la dialéctica de la filosofía a la ciencia, pero no alude directamente a Hegel. Por tanto, tened en cuenta que cuando Lenin lo estaba leyendo se expresaba con un entusiasmo excesivo. Llega a decir que nadie puede pretender entender El capital de Marx si no entiende antes la Lógica de Hegel. Sin embargo, Marx admite haberse servido del método hegeliano en su exposición de la materia que había elaborado ampliamente, afrontando a su vez las elaboraciones de los economistas, pero dice que lo ha hecho por comodidad en la presentación, en cuanto método más consecuente, más brillante y accesible. Quitando esta "innovación" de Lenin, puede verse al leerlos que sus dos pasajes convergen con nosotros en la necesidad de escribir una historia de la ciencia y de la tecnología. Los burgueses ya han intentado escribirla, pero todavía no ha sido escrita por un marxista —no sé cómo lo estarán haciendo los rusos. Como podéis ver, de todas formas Lenin no bromea con Hegel. Incluso lo llama "pedante":
"Si no me equivoco, hay mucho misticismo y pedantería vacía en las conclusiones de Hegel, pero la idea de base es magnífica: conexión multilateral y viva de cada cosa con otra, y reflexión de esta conexión —una vez se ha puesto a Hegel sobre sus pies en un sentido materialista— en el concepto del hombre, que para poder abrazar el mundo tiene que ser tan refinado, articulado, flexible, móvil, relativo, mutuamente vinculado, tiene que ser unidad pese a las oposiciones. La continuación de la obra de Hegel y Marx debe consistir en el desarrollo dialéctico de la historia del pensamiento humano, de la ciencia y de la tecnología".
Si estuviera en el lugar de Lenin, yo habría escrito la secuencia a la inversa: la historia de la tecnología, de la ciencia y del pensamiento humano. Pero evidentemente la idea de tecnología ha golpeado al autor. Y luego, se da por supuesto que lo que estamos continuando es la obra de Marx, no la de Hegel:
"Por un lado, tenemos que profundizar el conocimiento de la materia, de la sustancia —o de la noción de sustancia— para encontrar las causas de la apariencia. Por otro lado, el conocimiento actual de las causas es la profundización del conocimiento de la exterioridad de la apariencia respecto a la sustancia. Deberían servir para explicar esto dos tipos de ejemplos: 1) los de la historia de las ciencias naturales, 2) los de la historia de la filosofía" [vemos que aquí Lenin pone en primer lugar la ciencia, N. de A]. "Más exactamente: no 'ejemplos' —comparaison n'est pas raison — sino la quintaesencia de una y otra más la historia de la tecnología".
Es interesante lo que escribe Lenin, antes de que la física atómica hubiera tenido todo su desarrollo, porque responde a la objeción que siempre se le ha hecho a los mecanicistas y a los materialistas: no tenemos más que una apariencia. Incluso los átomos a los que creemos haber llegado, que sin embargo no son aprehensibles por nuestros sentidos, son compuestos y se pueden descomponer. Su sustancia se nos escapa. La materia no tiene por sustancia muchos pedacitos de materia más pequeños, palpables, que se puedan apretar con los dedos: eso era una ilusión antropomorfa. Al interior del átomo hay todo un mundo de otras partículas con su movimiento, su energía, su carga eléctrica, sus fuerzas magnéticas, todo un mundo microscópico. Entonces, el discurso de Lenin significaría que tenemos que llegar de verdad a la sustancia para explicar la apariencia. Por eso no tenemos que aceptar la materia como la veo en este vaso. Interesante…
Cambiar nuestro cráneo por el Universo
Lenin siempre recuerda que, en última instancia, para resolver un problema hay que [analizar y conocer la praxis de la que ha salido]. ¿Qué es la historia de la tecnología? La historia es praxis, así que la historia de la tecnología es [historia de la praxis humana, es decir, de la producción y reproducción de la especie en devenir]. Estamos llegando a las puertas de la cuestión fundamental: si para resolver el problema del saber, del pensamiento, del conocimiento, admitimos que existe esta relación del conocimiento dentro de la especie, nos estamos liberando del sujeto singular, del pensador-filósofo encerrado en su estudio, que hace la búsqueda sobre todo en su cabeza —Croce decía que la ciencia se encuentra solo buscando en la cabeza— y solo cuando se ve obligado abre la ventana y mira al mundo entero que llama, precisamente, "externo". Nos estamos liberando del pensador que quiere extraer una elaboración completa de sus sistemas a partir de la relación entre el cerebro individual y una ojeada a través de la ventana. Nos estamos quitando el primer error diciendo que no, no es el filósofo, sino la humanidad la que conoce a través de órganos adecuados.
Los órganos que la humanidad se ha dado para mirar no sólo a través de la ventana, sino hacia toda la naturaleza, son órganos de percepción diferente. Se van modificando a lo largo del tiempo. Quizás hoy en día la humanidad tiene órganos peores que nunca porque, por muy "primitivos" que fueran [antes del capitalismo, todavía estaban en armonía con el mundo que la rodeaba]. En algunas citas, Marx hace una apología excesiva de las conquistas burguesas. Se trata de conquistas en el sentido relativo, no en el absoluto, mientras que las realizadas por los pueblos primitivos, aunque fundadas en iniciaciones cognoscitivas completamente ingenuas —chamanismo, adivinación, astrología, etc.— tenían en cualquier caso un cierto aparato [de penetración de la realidad, capaz de dar una respuesta suficiente a un desarrollo determinado]. Otras épocas se han hecho con un aparato específico para el conocimiento. Ahora no podemos fabricar el aparato perfecto, pero tenemos la certeza de que la sociedad capitalista, especialmente en el estado ultramaduro en el que se encuentra hoy, presenta el aparato más repugnante que haya poseído nunca el conocimiento humano para moverse. Esta es la tesis que quisiera formular.
La dificultad con que nos encontramos es el peso del individualismo en la sociedad actual. Dado que hemos sostenido toda la explicación del devenir de los procesos en el mundo que se llama "externo", negando —como he reiterado también en el periódico— que se lo pueda definir con este adjetivo, he aquí que, al mismo tiempo, también hemos criticado a ese filósofo en su cuartito, con su ventanita abierta a la inmensidad del entorno que, si es externo, entonces lo interno no es ni siquiera el cuartito, sino la cabeza con la que el filósofo "elabora". [La cosa cambia solo cuando el pensador individual deja de pensar por su cuenta, o mejor, de creer que piensa por su cuenta y entiende que es parte de un todo]. Si leéis todo el artículo, encontraréis que Marx declara haber hecho el siguiente razonamiento a propósito precisamente de esto: "Trabajo científicamente, por eso no trabajo con mi cabeza, sino que lo hago con la de todo un conjunto de personas". Yo en este momento no estoy trabajando con mi cabeza, sino con la de Marx y la de los otros dos muertos, con todas vuestras cabezas que estáis vivos en esta habitación y con las de muchos otros. Una vez que hemos alcanzado un indudable punto de ventaja —el de liberarnos del sujeto individual—, el mundo que observamos ya no es externo, sino que hacemos parte de él. Está lleno de otros hombres que piensan como nosotros y de otras cabezas que están en relación con las nuestras. Por eso ya no hay conflicto entre el ser cognoscitivo y la naturaleza conocida: este ser, al ser omnilateral y universal, como dice Marx, es él mismo una pieza inseparable de la naturaleza. Se trata de la naturaleza que se conoce a sí misma y no de un viajero de incógnito que vaya a conocerla. Se nos dirá que, si tenemos objeciones semejantes, más que resolverlas hay que demostrar que son innegables y que son un resultado de ideas preconcebidas que se han mantenido en nuestras cabezas —tanto en las vuestras como en la mía— por efecto de las anteriores estratificaciones geológicas de formas sociales que se han superpuesto. Está bien. De todas formas, para explicarnos un poco, dado el poco tiempo del que disponemos, formularemos la cosa así, banalmente, como lo haría cualquiera que se declarara o que creyera ser materialista.
Diálogo con el materialista a medias
Si éste nos dice: "habéis llegado a esta solución, que habéis resuelto al resolver la antítesis entre praxis y pensamiento. Así, le habéis dado la preeminencia a la praxis humana frente al pensamiento. Pero habéis dicho también que la discrepancia entre pensamiento y materia no se puede resolver ni diciendo que el pensamiento domina a la materia ni a la inversa. Por tanto, vuestra colaboración dialéctica es permanente".
"Pero si es así —nos sigue diciendo— entonces todos los problemas, todas las investigaciones y los logros los explicáis a través de la lucha de los hombres entre sí, una lucha que se convierte en una formación ideológica, de conocimientos y más tarde en una elaboración de los mismos en el hombre colectivo, aunque sea cristalizándose de vez en cuando en una forma de conocimiento que le resulta conveniente a una clase dominante. De esta forma resolvéis algunos problemas: el de la divinidad, de la que prescindís ahora, el de la praxis humana, de la relación entre el ser y el pensar, de la relación entre el espíritu y la materia, el del espíritu que, en cierto sentido, conoce la materia en cuanto parte de sí misma. Lo que importa es la acción de los hombres, estén o no impelidos por dicho espíritu, incluso antes de que hayan podido conocer".
Y el tipo continúa: "entonces tu difícil presentación —la que quizás ya se os esté haciendo un poco antipática por mi culpa, en mi intento por hacerla más clara— no nos resuelve ningún problema. Las relaciones entre individuo, pensamiento y materia, es decir, el problema general del conocimiento que queréis resolver, es inherente a un cerebro pensante, aunque sea colectivo, aunque sea de toda la especie que conforman los cerebros de todos los hombres repartidos por el planeta. De todas formas, la especie viva del hombre tiene por condición primaria el entrar en relación con el resto. Pero hubo un tiempo en que no había vida. Con mayor motivo entonces no había pensamiento, y por tanto no había ninguna acción de una especie viva y pensante en relación con la naturaleza 'externa'. Así que os faltaba el segundo elemento. ¿Qué era lo que daba la explicación de la materia si su evolución sólo es explicable con la presencia del hombre agente y pensante?"
La pregunta es insidiosa porque su presentación no corresponde exactamente a lo que dice nuestro sistema, ni a lo que dice Marx ni a lo que decimos nosotros. Podríamos resumirlo de la siguiente forma: "dado que para conocer, para resolver los problemas de esta búsqueda eterna y de esta lucha permanente, decís que necesitáis un naturalismo que sea al mismo tiempo un humanismo, que necesitáis de una confrontación permanente entre el hombre y la naturaleza, ¿entonces cómo ha evolucionado el hombre? ¿Cómo hacía el hombre cuando no había pensamiento en el cosmos ni en ningún otro sitio? ¿Cómo se formaron las bases, las estratificaciones de nuestra actual construcción biológica y social en un tiempo que duró millones, miles de millones de años, en el que la materia existía y evolucionaba, se calentaba y se enfriaba, se descomponía, se atomizaba, se disolvía en partículas nucleares, se reagrupaba en cuerpos celestes, en definitiva, cuando no había ningún representante de nuestra especie?"
"Esa sociedad por acciones en la que estamos transformando la humanidad no había mandado al pasado uno de sus representantes para aportar su contribución a esta integración dialéctica que estáis haciendo ahora. Por eso, evidentemente, vuestro análisis es artificial, mientras que se volvería concebible si desvinculáramos el espíritu de la materia, si hiciéramos de ello un absoluto, como hicieron los místicos, los metafísicos y los idealistas al darle el nombre de Dios, que Hegel llamó precisamente Absoluto y que Marx demuestra a su vez que se trata del mismo Dios. Entonces el pensamiento toma una entidad y una esencialidad propia que es independiente a la materia. En un momento dado, el pensamiento, que ha existido ab eterno, ha decidido concretarse en materia y por tanto dar lugar a la creación. Entonces se volvería lógica la hipótesis creacionista. En cambio, vuestra hipótesis es todavía más absurda que la de los materialistas puros y duros, que afirman crudamente que la materia ya existía, que se calentó durante un tiempo, se enfrió, se condensó y después, en un punto determinado, le convino ponerse a pensar a la manera humana".
Prueba "científica" del pensamiento preexistente
En cierto sentido, [la última frase de nuestro interlocutor] también es exacta y no hay que escandalizarse por eso. Pero nos parece que deberíamos hacer menos cruda esta manera de vincular la actividad pensante y la actividad de la materia y, por este motivo, habríamos pensado una solución bastante más difícil que la de los antiguos espiritualistas creacionistas, más difícil incluso que la de los modernos materialistas o positivistas burgueses. Y dado que el problema es un problema que realmente nos molesta, intentamos dar una respuesta, pero naturalmente no puedo pretender [resolver todo yo solo, por eso voy a ayudarme de los científicos contemporáneos, que tuvieron una idea brillante].
[Hay que empezar diciendo que] los sistemas estelares lejanos tienen sistemas planetarios entre los cuales hay casi con seguridad algunos con planetas en los que viven humanidades pensantes, las cuales quizás, cuando se formó nuestro sistema solar, ya estudiaban y habían recorrido todo el camino, incluidas la religión, la ciencia y la filosofía. Incluso descubrieron la telegrafía sin hilos, y su desarrollo científico era tal que ya habían viajado, habían llegado a la Tierra y, en su tiempo, pudieron enseñar algo a los hombres. Pero entonces es verdad que el pensamiento, en cierto modo, es tan eterno como la materia. Nos vamos a librar de esta objeción contra la que Marx ya nos había puesto sobre aviso, diciendo que no nos dejáramos liar por el problema de los orígenes, porque podemos responder que pensamiento y materia se condicionan mutuamente. El pensamiento sin materia no puede existir, como tampoco puede hacerlo la materia sin pensamiento. A Marx se le puede responder ahora que una parte de la materia, en un ángulo del cosmos, siempre ha pensado: no éramos nosotros, los hombres, sino otras especies las que se habían arraigado en otro planeta y que ahora, naturalmente, estarán muertas, pero que en aquella época eran muy civilizadas, que estaban muy avanzadas y que nos transmitieron su pensamiento y sus conocimientos. Se trata solo de una hipótesis, es verdad, y para formarnos sobre una tesis científica tendríamos que dar de ella alguna prueba.
Esa "prueba" la han sacado los científicos rusos, naturalmente. ¿Qué han dicho? Que en tiempos antiguos una nave espacial, salida de quién sabe qué planeta de estos, atravesó todo el espacio y vino a desembarcar sobre la Tierra. Entre otras cosas, estos científicos explican que sus integrantes pertenecían a una humanidad de un planeta lejano, que estaban extraordinariamente evolucionados y que les enseñaron muchas cosas a los hombres, los cuales no tenían todavía capacidad de comprenderlas porque aún eran primitivos. Sin embargo, conocían a fondo la astronomía, dado que —así nos lo explica el científico ruso— algunas nociones astronómicas habían sido aprendidas directamente de los visitantes espaciales —por ejemplo, afirma que ya sabían de los satélites de Marte. ¿Qué pasó después? El científico nos lo cuenta y demuestra que las pruebas científicas se encontrarían en la Biblia. Ahora os leo la noticia.
Crónica de la arqueología espacial
Los de la nave espacial, después de haberse quedado en la Tierra y haber enseñado astronomía y otras cosillas a los hombres, habían decidido marcharse. Pero parece que tenían un exceso de combustible nuclear, porque su nave viajaba con combustible nuclear mientras nuestras razas viajan hoy todavía con combustible químico. Todavía no hemos llegado a lanzar al espacio un satélite atómico. Naturalmente, este tipo de informaciones no sé de dónde las había sacado el científico ruso, pero en cualquier caso la enorme nave espacial tenía una reserva de combustible nuclear, quizá de uranio, del que se tenían que deshacer, vete tú a saber por qué, antes de iniciar el viaje de vuelta. Pero no lo dejaron en la Tierra, sino que lo hicieron estallar, como una verdadera bomba de uranio, plutonio, de hidrógeno, yo qué sé.
De todas formas, estos seres tan inteligentes, que ya habían dado muchos cursos universitarios a nuestros pobres antecesores humanos, les habían aconsejado alejarse, porque la operación de quemar el combustible nuclear era muy peligrosa y quien fuera golpeado a poca distancia por la radiación moriría. Por eso dijeron: nosotros nos vamos. Os hemos enseñado un montón de cosas. Os mandamos un saludo afectuoso. Vosotros alejaos, porque si no hacemos esto la nave no podrá despegar. Algunos de ellos no se alejaron y murieron todos. La prueba estaría en la Biblia, donde se habla de la destrucción de Sodoma y Gomorra y de cuando la mujer de Lot se dio la vuelta para ver la destrucción de la ciudad, aunque los ángeles de Dios le habían advertido que no lo hiciera, así que se transformó en estatua de sal. Esta estatua sería como la de los cuerpos que se quemaron, por obra de la civilización americana, en Nagasaki e Hiroshima. Entonces, para ver si todo esto [puede corresponder a una teoría de los inicios del pensamiento en la Tierra], os leo primero la noticia y después el fragmento de la Biblia en el que se cuenta la destrucción de Sodoma y Gomorra. La noticia de Moscú es del 9 de febrero. Me veo obligado a leerla en inglés, así que la traduzco así, a lo que salga.
"Los viajeros del espacio exterior debieron de aterrizar en nuestro planeta, hace mucho tiempo, en una gigantesca nave espacial e intentaron comunicarse con los muy primitivos habitantes de la Tierra".
Esto dijo un científico soviético actual, el señor Agrest, profesor de ciencias físico-matemáticas. También lo dijo en el periódico Literaturnaja Gazeta. ¿Veis? En este periódico literario escribe un científico. Y ¿sabéis qué tiene de bueno? Que la división del trabajo comienza a desaparecer. Como texto literario, en realidad, puede ir bastante bien.
"Y después de haber estudiado nuestro planeta, los visitantes espaciales debieron de haber hecho estallar su reserva excedente de combustible nuclear advirtiendo a la población local para que no muriera en la explosión atómica. Entonces se volvieron al espacio, probablemente mediante una plataforma de lanzamiento especial construida en las montañas del Líbano".
Después vienen las "pruebas". El científico continúa:
"La nave espacial llegó a la Tierra desde zonas muy remotas del universo a una velocidad cercana a la luz. Cuando estaba a casi 40 mil kilómetros de la Tierra, redujo la velocidad a 3 kilómetros por segundo y, poniendo en marcha sus máquinas, se mantuvo suspendida sobre la Tierra como un satélite artificial".
Veis que además está muy informado. Los visitantes espaciales empezaron a mirar desde allí arriba cómo estaban las cosas aquí entre nosotros.
"Así que los visitantes, después de haber escogido un lugar conveniente, descendieron a la Tierra. Aterrizaron en el Líbano cerca del valle en el que dice la Biblia que estaba Sodoma y Gomorra. Porque nadie ha resuelto todavía el misterio de la Terraza de Baalbek: una alta plataforma en las montañas del Líbano hecha de enormes bloques de piedra".
No sé si los arqueólogos saben dónde estaban Sodoma y Gomorra, si en el Líbano o en torno al Mar Muerto, pero él dice que cuatro hechos sostienen la teoría de los visitantes espaciales. El primero de ellos:
"Se han encontrado en la Tierra objetos cristalizados llamados tectitas, especialmente en el desierto libio. Estos objetos contienen isótopos radioactivos de aluminio y de berilio que muestran cómo el mineral tiene por lo menos un millón de años y cómo se han tenido que producir a temperaturas extremadamente altas. Ningún intento de penetrar el misterio de su origen ha tenido éxito por ahora. No se ha podido explicar de dónde llegaron estos especiales materiales radioactivos que tienen [una desintegración] de más de un millón de años y que se han conservado hasta hoy. Podrían ser los productos de un cohete sonda usado por viajeros espaciales en el intento de encontrar un buen terreno de aterrizaje sobre la superficie de la Tierra".
Agrest cree que la terraza de Baalbek constituye los restos de una plataforma de lanzamiento que construyeron los viajeros espaciales, o por lo menos algo que edificaron en conmemoración de su visita a la tierra. Destaca que la terraza está relativamente cerca del desierto del Líbano donde se encontró la mayor parte de las tectitas, esos misteriosos minerales radioactivos. Por tanto… ¿Sodoma y Gomorra están bajo el Mar Muerto o en el Líbano? ¿Y qué significa relativamente? Mmmmhh… Eso es lo que dice aquí también… ¡Ah, eso! Segundo hecho:
"También los Manuscritos del Mar Muerto, los textos que conformaron la Biblia y que fueron descubiertos en una cueva de los alrededores de Qumrán, describen la destrucción de Sodoma y Gomorra. Y nadie puede negar que este evento tiene la capacidad de atraer con fuerza la atención de un hombre moderno mínimamente familiarizado con la física nuclear".
En definitiva, cualquiera lea sobre aquella destrucción comprenderá enseguida que se trató de una bomba nuclear. Yo la verdad es que los Manuscritos del Mar Muerto no los tengo. Pero sí tengo una Biblia vulgar de esas de los párrocos, y os puedo proporcionar las citas de ahí. Quizás, sin embargo, podremos informarnos mejor con Agrest, para quien los antiguos textos confirman la destrucción atómica de las ciudades de Sodoma y Gomorra. No sé si esos pergaminos contienen un informe periodístico más extenso que el del Génesis que os voy a leer, con el que se puede deducir todo esto. De todas formas, para mí, son los Manuscritos del Mar Muerto los que se refieren a la leyenda bíblica y no a la inversa.
La leyenda que retoma Agrest dice que se le advirtió a la gente de que abandonara el área de la futura explosión, que no se quedara a la intemperie esperando al rayo. Entre los que huían, aquellos que miraron atrás, los que volvieron atrás sus ojos, murieron, lo cual confirma en realidad por qué la mujer de Lot se transformó en estatua de sal, puesto que se dio la vuelta. Aquí hay algo que está claro que no va bien: a los que les golpeó la radiación de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, aunque les dieran la espalda, ¡se quedaron igual de jodidos! No se entiende bien cómo funciona el razonamiento. Pero pasemos al tercer hecho:
"Inexplicablemente, ya se tenía información sobre los cuerpos celestes en un tiempo en el que no se tenían los instrumentos para ello, [dice Agrest, y apunta que] Jonathan Swift describe las características más interesantes de los satélites de Marte 150 años antes de que se descubrieran. Por eso hay una hipótesis de que en los tiempos antiguos había pueblos con un buen conocimiento de la astronomía. Pero la historia moderna no hace ninguna referencia a todo esto".
No recuerdo haber leído en Los viajes de Gulliver una descripción de los satélites de Marte. Será algún otro científico. Pero es lo que dice Agrest aquí, id a preguntárselo a él. Ya os he dado la dirección: Literaturnaja Gazeta. Como sois unos escépticos, sois capaces de escribirle una carta. Esta hipótesis —la de que habría una población primitiva que primero evolucionó y luego desapareció completamente, no sin haber dejado algunos rastros de su conocimiento heredado del cielo— ya de por sí es muy discutible. Pero que Swift supiese de los satélites de Marte porque los de la nave espacial, en los tiempos de Abraham, hubieran indicado cómo giraban, eso me parece ya un poco arriesgado.
Pero Agrest siempre sugiere una explicación. Y estamos ya en el cuarto hecho:
"Durante su permanencia en la Tierra, los viajeros espaciales intentaron desarrollar mucho los conocimientos de la población terrestre".
Aquí vamos al grano. Quería citar las teorías de este científico porque implican directamente otro camino para la formación del conocimiento humano y para la resolución de esta terrible cuestión que es la teoría marxista del conocimiento: el origen extraterrestre del conocimiento humano.
Yahvé el materialista y Abraham el inmediatista
Así que este es el hecho tal y como lo cuenta la Biblia: en Sodoma y Gomorra hacían —no seré yo quien entre ahora en detalles— lo que todo el mundo sabe, lo cual le fastidiaba mucho al Padre Eterno, porque naturalmente, si el hombre debe volverse uno con la naturaleza, entonces no debe actuar contra ella. Lo cual no es mucho, pero por lo menos es seguro. La historieta es un poco larga, pero os hago un resumen. Según la Biblia, el Señor vino en persona a la Tierra y se llevó con él a un escuadrón de ángeles policiales como un comisario de la Seguridad Pública. Así que se presenta con algunos seres, que eran precisamente ángeles, sus instrumentos. Se va hacia Sodoma y Gomorra y se detiene a confabular con Abraham para ultimar sus planes, mientras sus ángeles van a ver cómo se comportan los de la ciudad; y corramos un tupido velo ante el espectáculo que tuvo lugar bajo los ojos de los ángeles. Según Agrest, es otra prueba de que se trataba de una patrulla espacial:
"El Señor dijo entonces: en verdad es grande el grito de Sodoma y Gomorra y su pecado es muy grave. Ahora bien, descenderé y veré si han llegado a tanto como este grito que me ha llegado y, si no es así, lo sabré. Entonces esos hombres se fueron de allí y se marcharon a Sodoma, y Abraham se quedó quieto ante el Señor".
Aquí Abraham comienza a hacer una especie de defensa de tipo parlamentario de sus compañeros de Sodoma y Gomorra. Intenta convencer al Señor de que renuncie a la matanza y le dice:
"¿Harás pagar a justos por pecadores?"
Porque comprende que la intención del Padre Eterno es destruir toda la ciudad. Le dice: ¿pero realmente serán todos pecadores? ¿Es justo matar al bueno por culpa del malvado? La cuestión es interesante, porque ahí el Padre Eterno se estaba mostrando como un buen marxista: la historia siempre avanza golpeando a los individuos. Lo que se está diciendo es que si los que están en Sodoma y Gomorra siguen así, ese fenómeno se va a difundir por toda la Tierra, por lo que ya no habrá una producción de seres humanos que estudiar y todo el trabajo de Roger se irá a tomar mil vientos . Habrá que destruir a toda la población. [Pero Abraham apela:] no todos habrán torcido su camino, no hay que destruirlos como a los otros, etc. El diálogo entre Abraham y Yahvé es tal que Dios se muestra mucho más marxista que el hombre: Abraham es un auténtico inmediatista y un vulgar pequeñoburgués. E insiste:
"Quizás haya cincuenta hombres justos en esa ciudad. ¿Los matarás también? ¿No perdonarás aquel lugar por el amor a los cincuenta que hay dentro? ¡Lejos de ti hacer algo así! ¡Hacer pagar a justos por pecadores! ¿El juez de toda la Tierra no les dará una recta justicia?
Yahvé sabía que ahí cincuenta seguro que no había, porque contra la ideología dominante no hay nada que hacer, estaban todos infectados. Por eso no se hacía ilusiones. Pero en un momento de paciencia le dice:
"Si encuentro en tu ciudad de Sodoma a cincuenta hombres justos perdonaré todo el lugar por amor a ellos".
Veis la democracia que había en las mitologías antiguas: Abraham discute con el Señor antes de que se emita el veredicto, los habitantes de Sodoma y Gomorra tienen derecho a la defensa, así que Abraham habla y habla. Veis qué tenaz es Abraham, que se humilla pero insiste:
"He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. Porque tengo el coraje ante Dios de hablarle así. Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad?"
El Señor, complaciente, se presta a participar en este terrible diálogo:
Yahvé: "No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco".
Abraham: "Quizá se hallarán allí cuarenta".
Yahvé: "No lo haré por amor a los cuarenta".
Abraham: "Quizá se hallarán allí treinta".
Yahvé: "No lo haré si encuentro treinta".
Abraham: "He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor. Quizá se hallarán allí veinte".
Yahvé: "Por amor a esos veinte no lo haré".
Abraham: "No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez".
Yahvé: "No la destruiré, respondió, por amor a los diez".
Cuando el Señor hubo terminado de hablar con Abraham, en una gran demostración de democracia y paciencia, éste ya no tuvo el coraje de decir nada más. Se había mostrado peor que un mercader chino".
"Y Yahvé se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar. Cuando los dos ángeles llegaron a Sodoma, al atardecer, Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad. Al verlos se levantó, fue a su encuentro, se postró rostro en tierra y les dijo: Por favor, señores, venid a casa de vuestro siervo y pasad allí la noche; lavaos los pies, y mañana por la mañana seguiréis vuestro camino".
Lot era un hombre justo y resultó ser el único. Fijaos en la hospitalidad, que para los antiguos semitas era sagrada como para tantos otros pueblos de aquel entonces. Los ángeles-astronautas, sin embargo, no parecían querer aceptar, porque tenían que ir a vigilar a la plaza.
"Ellos le respondieron: 'No, pasaremos la noche en la plaza'. Pero él insistió tanto que se fueron con él y se hospedaron en su casa. Les preparó comida, coció panes sin levadura y comieron".
Me parece que esta tradición bíblica aún se respeta aquí en Florencia: el pan que se cuece y que comemos aquí es sin sal. Veis cómo vuelven los grandes ciclos históricos.
"Les preparó comida, coció panes sin levadura y comieron. No se habían acostado todavía, cuando los hombres de la ciudad, los sodomitas, jóvenes y ancianos, todo el pueblo sin excepción, cercaron la casa. Llamaron a Lot y le dijeron: ¿Dónde están esos hombres que han venido a tu casa esta noche? Sácanoslos para que abusemos de ellos".
Pues sí, no sólo les querían dar una soberana paliza, aunque los ángeles son inmateriales. El hecho es que lo pillaron enseguida: han venido unos extranjeros a destruir la ciudad, se dijeron, y en lugar de defenderse con la elocuencia de Abraham se querían defender con las armas. Lot era un hombre justo, así que los casos que le tocaba llevar, pues le tocaban. Así que para hacerles callar mantuvo una actitud conciliadora:
"Lot salió, cerró la puerta y les dijo: "Hermanos míos, os suplico que no cometáis tal maldad. Escuchad: Yo tengo dos hijas vírgenes; os las voy a sacar fuera, y haced con ellas lo que queráis; pero no hagáis nada a estos hombres, puesto que han entrado a la sombra de mi tejado".
En definitiva Lot, antes que darles a esos hombres —a saber qué les iban a hacer, se decía— propone a sus hijas, pensando que el Señor por lo menos se ofendería. Esto demuestra que la Biblia es una lectura útil para los marxistas, pero según los burgueses no es muy adecuada para las señoritas. Los sodomitas rechazaron a las chicas, naturalmente.
"Ellos le respondieron: ¡Quítate de ahí!. Y se decían: "Éste vino aquí como emigrante, y quiere constituirse en juez; haremos contigo peor que con ellos". Le empujaron violentamente y trataron de romper la puerta. Pero los dos hombres sacaron su brazo, metieron a Lot con ellos en casa y cerraron la puerta; y dejaron ciegos a los hombres que estaban ante la puerta, desde el más joven hasta el más anciano, de tal modo que no pudieron encontrar la puerta".
Aquellos hombres, es decir, los ángeles-astronautas que habían venido antes, tenían pequeñas armas de combustible nuclear. Hicieron algunos rayos y los malhechores se alejaron, etc.
"Los dos hombres, es decir, los ángeles, dijeron a Lot: ¿Quién hay aquí todavía de los tuyos? Yernos, hijos e hijas y todos los tuyos que estén en la ciudad, sácalos de este lugar". Quizás para contarlos y ver si llegaban a cinco. Pues hemos venido aquí para destruir este lugar porque las quejas contra él ante el Señor son muy grandes, y el Señor nos ha enviado para destruirlo. Lot fue a hablar con sus futuros yernos", es decir, con los que descubre que ya se habían prometido sus hijas, "y les dijo: Levantaos y salid de este lugar porque el Señor va a destruirlo. Pero ellos creían que estaba bromeando".
Los yernos creían que Lot se estaba burlando de ellos y se encogieron de hombros: este es tonto, se dijeron. Por eso no se movió ninguno.
Al despuntar el alba, los ángeles instaban a Lot diciéndole: Levántate, toma contigo a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran aquí", las mismas a las que habían rechazado los de antes, no sea que perezcas por culpa de la ciudad".
Así que esta es la factura que se encuentra el Padre Eterno: Lot, la mujer y dos hijas. Eran cuatro los que querían irse. No encontró cinco, así que destruyó la ciudad.
"Como él no se decidía, aquellos hombres los agarraron de la mano, a él, a su mujer y a sus hijas, porque el Señor se había compadecido de ellos, y los sacaron fuera de la ciudad. Cuando ya estaban fuera, uno de los ángeles le dijo: Ponte a salvo; no mires hacia atrás ni te detengas en toda la vega; huye a la montaña para que no perezcas".
Entonces Lot también se pone a discutir, como Abraham, con el muy democrático Señor de aquellos tiempos, y le dice no puedo, soy viejo:
"Lot respondió: ¡Oh, no, Señor mío! Tu siervo ha hallado gracia a tus ojos y has mostrado gran misericordia para conmigo conservándome la vida. Pero yo no puedo llegar a la montaña sin que antes me alcance el castigo y muera. Mira, ahí cerca está esa ciudad donde me podría refugiar".
Era una pequeña ciudad llamada Soar. No sé si existe o no.
Y es insignificante. Permíteme que me refugie en ella y salve mi vida. Él respondió: Te voy a hacer ese favor; no destruiré la ciudad de que me has hablado. ¡Pronto! Escápate allá, porque yo no podré hacer nada hasta que tú no hayas llegado. Por eso aquella ciudad se llama Soar. Lot llegó a Soar al salir el sol. Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego del Señor desde el cielo".
Era fuego y azufre. Por tanto, el Padre Eterno se servía de un vulgar combustible químico. No era combustible nuclear, como pretende el científico soviético.
"Y destruyó estas ciudades y toda la vega, todos los habitantes de las ciudades y toda la vegetación del suelo. La mujer de Lot miró hacia atrás y se convirtió en una estatua de sal. Abrahán se levantó muy de mañana y se encaminó al lugar donde había estado con el Señor. Volvió la vista hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la vega, y vio cómo de la vega subía humo como el de un horno. Cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó de Abrahán y salvó a Lot de la catástrofe, mientras destruía las ciudades donde éste había vivido. Lot subió de Soar y se estableció en la montaña, y con él también sus dos hijas, porque tuvo miedo de quedarse en Soar; se instaló en una cueva con sus dos hijas".
Así que se salvaron sólo Lot y sus dos hijas. La Biblia luego sigue contando que, como no quedaba ya nadie, y como ciertamente no se podía interrumpir la reproducción humana, las dos chicas le hicieron beber vino a su viejo padre Lot y después yacieron con él y tuvieron dos hijos: uno generó a los moabitas y el otro a los amonitas. En resumen, esta es la historia como la transmite el mito.
Cada revolución es un caminar hacia la "Tierra prometida"
Bueno, pero he hecho este pequeño interludio, intentando no hacerlo muy aburrido —y ya termino—, para mostrar que la hipótesis de Agrest —la de que para resolver el problema sobre la teoría filosófica del conocimiento tienen que venir unos viajeros espaciales a darle información al hombre— no es más que una exageración de la praxis, una broma de la fantasía como tantas otras, presentada como algo científico. Obviamente, la solución es muy distinta: el conocimiento tiene necesidad de la acción. Como acabamos de establecer, un primer teorema nos dice que el conocimiento, la ciencia futura que sustituirá la sucesión de filosofías, sólo puede surgir de la acción humana. Por tanto, la historia de todas las transmisiones precedentes de una forma a otra, de las revoluciones de las formas de producción en las formas de propiedad y en las formas de poder que las han acompañado, produce materiales que pueden ser utilizados para la formación del último resultado en el que deberá pacer —permitidme el término— la especie humana.
También los resultados bíblicos pueden ser revolucionarios, siempre y cuando no se los lea como hace Agrest. No podemos vincular la historieta de Lot, de Sodoma y Gomorra a una crisis revolucionaria, porque evidentemente se necesitaría una imaginación casi tan desarrollada como la del científico ruso. Pero sin duda hay otras fases en la Biblia que corresponden con claridad a etapas fundamentales en la formación del pensamiento. Prácticamente toda una parte de la humanidad ha caminado durante tres mil años sirviéndose de esos versículos y normas que se desarrollaron a través de documentos situados en el tiempo con exactitud, como pueden ser los Diez Mandamientos de Moisés, las leyes de las Doce Tablas, el Sermón de la Montaña que dio Jesucristo en el momento del pasaje entre el Viejo y el Nuevo Testamento, los Manuscritos económico-filosóficos de Carlos Marx. Documentos que han servido para guiar a la humanidad a lo largo de los siglos, que han construido un sustrato sobre el que se ha organizado el desarrollo de la humanidad. Cuando el entramado de esta organización fue insuficiente, intervinieron nuevas fuerzas que lo rompieron, y nuevos textos, nuevos evangelios, nuevos mitos, nuevas ciencias sustituyeron a los que les precedían.
Las verdades no se encuentran solo en la ciencia, dejando fuera la filosofía, y viceversa, ni tampoco en la filosofía dejando fuera la religión. La mentira, la verdad y el error se encuentran en todas ellas. Y son mentiras y verdades según la dirección desde la que se miren. En esta advertencia podría estar también la del Padre Eterno a la mujer de Lot: "no mires atrás". Hay que mirar hacia adelante, en la justa dirección, para encontrar la solución al problema. Lot miró para atrás y se quedó jodida. Pero de todas formas, ¿por qué digo que las leyes como los Diez Mandamientos o las Doce Tablas son un fruto revolucionario y representan una época?
Prácticamente, la dominación de clase, la institución de formas sociales opresivas en la antigüedad, se desarrolló a través de las conquistas militares. Poblaciones semíticas habían sometido a Egipto y lo habían sido a su vez, [episodio que quizá se convirtió en mito con la historia bíblica de José]. El poder de la monarquía egipcia tenía a su disposición una masa enorme de brazos para ordenar el curso del Nilo, levantar pirámides y construir templos —como se trató en la reunión de ayer— y había conseguido someter completamente a estas antiguas poblaciones enemigas y conquistadoras, inteligentes y civilizadas, que probablemente provenían de los hebreos que llegaron al norte desde Ur, con Abraham, muchos siglos antes. El mítico José se había convertido, en cierto sentido, en el contable real, en el primer burócrata. Los hebreos se habían quedado quizás en Egipto no tanto para arrastrar bloques de piedra y edificar pirámides, sino para colaborar con la gran administración egipcia, que es una de las primeras administraciones centrales eficientes que la historia recuerde.
Que se separaran del suelo egipcio y de la primitiva sumisión de clase para ir hacia una nueva meta es una revolución nacional. Podríamos situarla al inicio de la secuencia descriptiva de los pueblos sometidos para liberarse de los pueblos opresores. Moisés organiza una verdadera revolución, su huida hacia la Tierra Prometida es una victoria revolucionaria. La leyenda cuenta que Moisés, reuniendo a todos sus correligionarios, connacionales y corraciales, los sustrae de Egipto para cruzar el Mar Rojo: [cada revolución allana el camino, parte las aguas y los enemigos son aplastados por las mismas fuerzas que permiten seguir hacia adelante]. Así que los hebreos van hacia la tierra prometida, como el resto de las revoluciones en curso. Los Diez Mandamientos que recibe Moisés en el Sinaí durante el trayecto representan el programa de esta revolución. Y él lo arroja contra los incrédulos que no querían pensar en la antigua cuna de sus tribus, futuro territorio-nación, como la leyenda reconstruye, sino que se contentaban con el poco pan y, según el texto, los muchos azotes que les daban los egipcios. Una leyenda que para nosotros vale como historia, que tenemos derecho a manejar como tal, que hoy tiene más validez que las mentiras propagadas por la historiografía de la actual panda dominante de bandidos que representa la burguesía capitalista.
Dictada en medio de las rocas áridas de las que hace manar Moisés agua bendita, que luego se convertirá en riachuelos, canales y arroyos, esta visión de la Tierra Prometida es un verdadero programa revolucionario. Después vienen las uvas en racimos tan grandes como piñas de plátanos, se puede vivir mejor que en Egipto en la época de las siete vacas gordas, los hebreos podrán desarrollar una civilización superior. ¿Por qué se mantuvieron durante tantos años las tablas de los Doce Mandamientos? ¿Por qué se ha mantenido la Biblia? Porque era el programa de aquellos antiguos revolucionarios y nosotros estamos más cerca de ellos que de los burgueses ateos, sus actuales negadores.
Revoluciones, síntesis y explosiones de conocimiento
[La liberación del antiguo aunque próspero Egipto a favor de la civilización monoteísta patriarcal del desierto] es otra etapa del conocimiento humano. Para dilucidar hoy el problema de la construcción de una teoría no filosófica del conocimiento, resultaba útil confrontar la narración de la Biblia con el pensamiento de un científico oficial del capitalismo —porque eso son los científicos rusos. Nos apoyamos en los datos del documento bíblico, tal y como nos ha sido transmitido, sin importar cuántas adversidades y manipulaciones haya sufrido a lo largo de los milenios.
En la realización de una teoría del conocimiento, son determinantes los saltos del pensamiento humano que coinciden con las fases históricas de la revolución social que provoca la ruptura del viejo modo de producción. Los hebreos debían romper [por sí mismos] el modo de producción en el que se les utilizaba como una especie de esclavos en Egipto, dieron lugar a la revolución que se llamó después "huida" y establecieron su nuevo régimen, su nueva organización en su antigua patria. La Tierra Prometida que describe Moisés [habría sido gobernada mediante] la ley de los Doce Mandamientos. Esta ley permaneció como modelo de organización humana para las generaciones futuras, en una forma evidentemente superior y mucho más desarrollada que lo que podía ser la constitución de la monarquía egipcia y sus antiguos poderes ultradespóticos. Ahora bien, la solución del problema nos dice que los hombres están presentes no sólo [en la formación de la propia historia, sino también en la formación y definición del propio conocimiento que encuentra su síntesis en mitos, leyes, ciencias, tecnologías], en el sentido de que solo las síntesis que puedan fijarse como las grandes piedras milenarias que conforman el camino de la historia serán útiles para la realización de una teoría del conocimiento estable. Estas síntesis coinciden con las grandes revoluciones, una de las cuales es la semítica, otra la cristiana, otra la burguesa y otra será la nuestra, la proletaria. Y nos conducen también a dar una primera respuesta al problema que estábamos enfrentando y ante el que nos habíamos detenido: si se puede explicar cómo han funcionado la mecánica, la dinámica, la dialéctica de la naturaleza, cuando no estaba presente ningún pensamiento, porque la humanidad no había nacido todavía o todavía no podía distinguirse del resto del reino animal. Y sobre todo por qué no podemos creer que este pensamiento [haya aparecido de golpe cuando Dios creó al hombre o cuando desembarcó la nave espacial, como puede leerse en los pasajes tomados de la Literaturnaja Gazeta].
La naturaleza se conoce a sí misma
El problema puede resolverse afirmando que no sólo el hombre es sujeto del conocimiento. La naturaleza de la que hace parte es sujeto del conocimiento [mucho antes de la aparición de las especies vivas]. La naturaleza ha conocido y conoce porque, aunque sea sin vida, aunque sea al mero nivel del mundo inorgánico, del mundo mineral, deja huellas que corresponden al conocimiento de sí misma. El proceso del conocimiento a través del que el pensamiento conoce el mundo no tiene nada de original, ni de milagroso, ni de escatológico. Es un proceso sin finalismos idealistas que lo hagan distinguirse del resto de las relaciones entre un sector de la naturaleza y el otro. Durante miles de millones de años no hubo un "sector del hombre" en la naturaleza, sólo otros sectores que se influían entre sí. Los efectos astronómicos e interestelares —entendidos en el sentido físico-químico y no en el de las migraciones de humanidades vivas al modo de Agrest— influyeron en el curso de la revolución de los planetas. Esos fenómenos escribieron su historia.
¿Qué es el conocimiento reducido a su quintaesencia? Es memoria y relaciones. Para la naturaleza consiste en haber registrado acontecimientos y secuencias de la propia dinámica evolutiva. Y precisamente por lo mucho que ha registrado y la forma en que lo ha hecho, hace mil millones o un millón de años, nosotros podemos conocerla e interpretarla hoy. Aún más, podremos conocerla e interpretarla mañana, libres de los prejuicios [que hoy proyectan al hombre capitalista sobre las sociedades precedentes e incluso sobre el mundo animal, completamente antropomorfizado]. Moisés registró acontecimientos hace ya cuatro mil años. Nosotros hacemos interpretaciones actualmente con mayor ventaja que él, porque podemos comparar a Moisés, si se quiere, con Cristo, Bacon, Voltaire y finalmente con Marx. Decimos que en cada caso queda una huella. No la han dejado solo la vida humana y la actividad, la praxis, de la humanidad asociada. También la ha dejado la propia naturaleza, incluyendo al hombre.
Una de las muchas huellas que ha dejado la naturaleza es la serie de estratos que estudia la geología. La naturaleza escribe así la historia del planeta desde el momento en que salió de una primitiva nebulosa. Es materia de conocimiento para el hombre actual, pero también es labor de conocimiento desde el momento en que esas huellas están en el suelo que el geólogo va a explorar y reconstruir. Para este propósito es particularmente importante la imagen que da Marx del sucederse de las sociedades —por ejemplo, en los textos citados ayer por Roger— como si se tratase de estratos geológicos que van superponiéndose uno tras otro. Hay una sorprendente analogía entre los estratos geológicos que se van acumulando en el tiempo y que luego se rompen violentamente en fallas geológicas, y las formas sociales y económicas superpuestas que ayer llamamos primaria, secundaria y terciaria. Por tanto, conocimiento [en cuanto memoria general de la naturaleza, escrita por la naturaleza misma].
Es obvio para nosotros que el desarrollo de la lucha social necesita del hombre, porque es la especie viva la que [se enfrenta físicamente a los efectos producidos por el choque entre clases]. Parece que la naturaleza no lucha, pero en realidad también lo hace. Cuando se produjeron las grandes convulsiones telúricas de los primeros volcanes debidas al fuego del interior de la Tierra, era una lucha de la naturaleza consigo misma, como lo es la lucha de clases al interior de la especie. Podríamos continuar con los ejemplos. A través de esas luchas que dejaron sus resultados, que transmitieron sus características en el tiempo, hoy es posible conocer, extraer información y materia, también en el sentido utilitarista. Y eso aunque hace mil millones de años no estuviera presente ningún hombre para escribir esa información, ni registrarla, ni para meter carbón o hierro en el subsuelo. La naturaleza se registró por sí misma, no tenía necesidad de Dios ni de una humanidad, primitiva o civilizada, para serlo. Escribió por sí misma su propia historia. La naturaleza tiene una memoria propia y nos ofrece los resultados que contiene en ella.
No trabajamos solo sobre la memoria del hombre. Ésta no es más que una parte del patrimonio mnemónico que nos transmite la naturaleza. Gran parte de la dotación sobre la que se apoya la humanidad presente y ante todo sobre la que se apoyará la humanidad nueva a través del cerebro social del nuevo partido, es de origen no humano. Incluso gran parte del patrimonio de lo viviente se encuentra fosilizado en la memoria de la naturaleza. Como puede verse, el problema de un conocimiento sin espíritu —que no nos vengan a hablar de espíritu en un mundo completamente mineral— se puede proponer y tiene una solución en tres momentos:
1) Acción física;
2) Registro-memoria;
3) Interpretación.
Podemos hacer interpretaciones sólo porque ya existe el determinismo de una acción que produce efectos registrables. No hacemos nada más que seguir un antiguo itinerario de acontecimientos predispuestos. Lo hacemos con herramientas complejas y diferenciadas, determinadas a lo largo del tiempo con el desarrollo científico y tecnológico, pero la materia que se cuenta a sí misma ya está ahí. Por eso no tenemos necesidad, insisto, de resolver el enigma sobre si debe prevalecer la especie pensante o la materia pasiva: las dos son activas, las dos colaboran y son parte integrante de un único sistema. El antiguo enigma ha sido resuelto en una concepción nueva y superior.
Arte y ciencia, intuición y razón, fe y prueba
Espero haber conseguido evitar un modo demasiado enrevesado de hablar y haberos dado lo más claramente posible algún elemento semielaborado para posteriores elaboraciones. Terminaré con un último comentario sobre "arte y ciencia". He leído un artículo en la revista Scienze escrito por un científico italiano del Instituto Romano de Física Matemática, en el que se trata precisamente el tema del conocimiento humano y se le intenta encontrar una solución, como siempre ocurre en la época moderna, que está entre una de tipo espiritualista y otra que yo llamaría de tipo facilista.
Así, habría una diferencia cualitativa entre el conocimiento artístico y el conocimiento científico. ¿Por qué —se pregunta el científico— todos los trabajos filosóficos y todos los descubrimientos científicos son temporales, y siempre aparecen nuevos filósofos y científicos que ofrecen nuevas explicaciones, nuevas teorías que sustituyen las antiguas? El científico, que trabaja, que utiliza la inteligencia como su instrumento —aquí hay una imagen bastante interesante— es comparable al que sube una escalera infinita de la que no se ven ni los primeros escalones, que descansan en algún lugar, ni los últimos hacia los que sube: va ascendiendo escalón a escalón, pero nunca termina de llegar arriba. Después muere, su generación también, su obra es olvidada y sustituida por otras obras, pero la escalera continúa y otros siguen subiendo por ella infinitamente. Así, todo trabajo científico es heredado, en el curso del pensamiento de la humanidad y del conocimiento de la humanidad, como un trabajo provisional y destinado a ser sustituido, como Aristóteles fue sustituido por Galileo, a quien a su vez sustituyó Einstein: esta es la imagen que utiliza nuestro escritor.
Sin embargo, nos dice, con el artista no pasa lo mismo. El trabajo del artista sería eterno en cuanto perfecto en el momento mismo en el que se desarrolla, dado que el artista no sube esa escalera infinita, sino que consigue su conquista. Porque el artista lo intenta con la fuerza del espíritu, que es un presupuesto inmanente y eterno, un dato más allá de la naturaleza y de la humanidad. Por tanto, los escritos de Homero, Shakespeare, Dante, Goethe, se mantendrían eternos sin perder jamás nada de su valor con el desarrollo de la historia de la humanidad. ¿Por qué motivo? Porque el artista actúa por intuición y el científico por inteligencia.
Y entonces, ¿los revolucionarios en cuál de los dos bandos queremos colocarnos? Naturalmente no podemos proceder por inteligencia, porque solo una sociedad libre de la dominación de clase y del legado de estos tiempos desfavorables y penosos podrá utilizar su inteligencia para construir la ciencia del mañana y podrá ascender a la cumbre de la escalera del conocimiento. Así, subirá mucho más alto en la escalera que lo que jamás se ha podido subir. Pero eso no quita que también nos sirvamos de la intuición. Y para definir el movimiento artístico, esa monstruosidad que estaría fuera de la sociedad y de la materia, ¿quizás podemos aceptar tal delimitación? ¿Para establecer que entre arte y ciencia hay una profunda diferencia de naturaleza?
No, no y no. Nosotros negamos la existencia de productos que harían parte de una actividad cognoscitiva de naturaleza particular, como la artística, en la que se establece una eternidad negada a los trabajos científicos, a las conquistas científicas. En primer lugar no es exacto, porque hay algunas obras científicas que ciertamente serán siempre tan eternas como los versos de Homero y de Dante: por ejemplo, los Elementos de Euclides, El ensayador o Diálogo sobre los dos máximos sistemas de Galileo Galilei, o los Philosofiae Naturalis Principia Mathematica de Newton, porque la elegancia de esas obras es completa. Son obras que contienen elementos de ciencia y de arte, que alcanzan la laboriosidad paciente, analítica, del científico y la síntesis potente del artista. Y se podría decir lo mismo de muchas otras obras, pero no nos extendamos. Por tanto, arte y ciencia se encuentran en algunos momentos. Arte y ciencia son dos aspectos análogos del conocimiento humano, y podemos afirmar con certeza [que ambos hacen parte de un proceso más general de producción y reproducción de la especie].
Así que no hay que hacer tal distinción entre el arte y la ciencia, entre la intuición y la inteligencia. Es con la intuición que la humanidad ha avanzado siempre, porque la inteligencia es conservadora y la intuición revolucionaria. La inteligencia, la ciencia, el conocimiento tienen su origen en el movimiento avanzante —abandonemos el innoble término de "progresivo". En la parte decisiva de su dinámica, el conocimiento toma su punto de partida en la intuición, en el conocimiento afectivo, no demostrativo. Después viene la inteligencia con sus cálculos, su contabilidad, sus demostraciones, sus pruebas. ¡Pero la novedad, la nueva conquista, el nuevo conocimiento no necesita pruebas, sino fe! ¡No necesita dudas, necesita lucha! ¡No necesita razón, necesita fuerza! ¡Su contenido no se llama Arte o Ciencia, se llama Revolución!
Note
[1] De aquí en adelante, traemos directamente del italiano las citas de Marx para respetar la labor de traducción que llevó a cabo la izquierda comunista italiana. Este pasaje, así como su continuación en la siguiente cita, se pueden encontrar en las páginas 145 y 146 de la edición española de Francisco Rubio Llorente [N. de T.]
[2] En la transcripción original, successiva ('sucesiva'). Creemos que es un error de transcripción y lo sustituimos por suggestiva [N. de T.]
[3] Bordiga utiliza aquí el término popular stravisare en lugar de travisare, de ahí su comentario [N. de T.]
[4] Los compañeros italianos decidieron traducir Wirklichkeit ('realidad') por effettualità en lugar de realtà. Este concepto está denotado por su uso en filosofía y en física y define la realidad de un estado de cosas debido a la acción de un ente, que podemos conocer o no, y que opera en un sistema determinado. Así, por ejemplo, es una efectualidad la que determina la aceleración del alejamiento de las galaxias como resultado de la expansión del universo, aunque no conocemos su causa. En la traducción española de Francisco Rubio Llorente, así como en la traducción francesa de Émile Bottigelli, se opta por traducir directamente Wirklichkeit por realidad. Aquí respetaremos la elección de los compañeros italianos [N. de T]
[5] En francés en el original: 'comparación no es razón', frase hecha francesa para indicar que una analogía no sirve como argumento explicativo [N. de T.]
[6] Se refiere Bordiga al trabajo sobre la sucesión de modos de producción, al que ya ha hecho referencia en varias ocasiones y que escribe Roger Dangeville en el marco de la elaboración colectiva y anónima del grupo francés del Partido Comunista Internacional. Bodiga dice aquí mandare a carte quarantanove, exagerando la expresión italiana mandare a carte quarantotto, cuyo sentido superlativo intentamos reflejar aquí [N. de T.]
n+1, nº 15-16, junio-septiembre de 2004
Traducciòn: barbaria.net (http://barbaria.net/2020/09/07/bordiga-del-mito-originario-a-la-ciencia-unificada-del-manana/):
"El texto que traducimos aquí es la transcripción de la primera de tres reuniones introducidas por Bordiga en 1960 sobre la teoría del conocimiento. Estas transcripciones fueron hechas y publicadas por primera vez por n+1 en el número doble 15-16 de su revista. Debido a la mala calidad de las grabaciones, estos compañeros tuvieron que hacer todo un trabajo de reconstrucción en el que se incluía la reescritura de algunas partes, presentadas entre corchetes, con el fin de facilitar la lectura y comprensión de las transcripciones. Como explican en la introducción al número de la revista: "Se hizo evidente que, dejándolo como estaba, la secuencia del discurso habría sido demasiado fragmentaria y se habría visto perjudicada la comprensión del lector. Por ello, decidimos "rellenar los huecos" con materiales originales, aunque no estuvieran presentes en el propio texto". Así pues, en la traducción que presentamos las partes entre corchetes pertenecen a los añadidos por n+1 y, de ser necesaria alguna anotación nuestra, esta se encontrará entre llaves."