Para poner los puntos sobre las ies
(Raddrizzare le gambe ai cani)
Contratesis y tesis históricas
Contratesis I
Hacia el inicio del siglo XIX, la sociedad está dividida en dos clases antagónicas: los burgueses detentadores de los medios de producción y los proletarios asalariados.
Tesis I
Según Marx, hay tres clases en los países plenamente industriales: capitalistas de la industria, del comercio y de la banca; terratenientes, al menos allí donde existe el libre comercio de la tierra; trabajadores asalariados.
En todos los países, pero sobre todo en aquellos donde la industria está poco desarrollada y en el periodo en que la burguesía no ha tomado todavía el poder político, aún existen otras clases en diferentes grados, como la aristocracia feudal, los artesanos y los campesinos propietarios. La burguesía primero y el proletariado asalariado después, empiezan a tener un peso histórico en diferentes épocas en los distintos países: En Italia en el siglo XV, en los Países Bajos en el XVI, en Inglaterra en el XVII, en Francia en el XVIII, en Europa Central, en América, en Australia, etc., en el XIX, en Rusia en el XX, en Asia hoy. De ello se deduce que es necesario que distingamos áreas muy diferentes en el mundo, caracterizadas por reagrupamientos muy distintos de fuerzas de clase en lucha.
Contratesis II
Los proletarios son y se muestran indiferentes en las luchas revolucionarias de la burguesía contra el poder feudal.
Tesis II
Las masas proletarias luchan en todas partes sobre el terreno de la insurrección para derrocar los privilegios feudales y los poderes absolutistas. En los diferentes países y épocas históricas, la mayor parte de la clase obrera creé ingenuamente que la victoria de las reivindicaciones democráticas burguesas sería una conquista incluso para los ciudadanos pobres. Existe una fracción que ve bien que los burgueses en lucha por el poder son explotadores, pero que, influenciada por el socialismo reaccionario, querría aliarse con la contrarrevolución feudal por odio contra el patrón. La parte más avanzada se coloca sobre la posición correcta: entre patronos y obreros explotados no hay reivindicaciones comunes "para la civilización" en general, pero la revolución burguesa no es por ello menos necesaria, sea para abrir la vía de la gran producción fundada sobre la cooperación de amplias masas que permita la elevación del nivel de vida y un consumo acrecentado a las capas miserables de la. sociedad, sea para volver posible en el futuro una gestión social, proletaria en un principio, de nuevas formas de producción. Por consiguiente, los trabajadores luchan con la gran burguesía contra la nobleza y el clero, y también (véase el "Manifiesto" de 1848) contra la pequeña burguesía reaccionaria.
Contratesis III
Allí donde la victoria burguesa ha sido seguida de una contrarrevolución (restauración feudal y dinástica), la lucha no ha interesado a los trabajadores porque enfrentaba a dos de sus enemigos.
Tesis III
En toda lucha armada por y contra la restauración (como, por ejemplo, en las coaliciones contra la Revolución francesa y las revoluciones republicanas de 1830 y 1848) el proletariado ha luchado y debía luchar en las trincheras y en las barricadas junto con los burgueses radicales. La dialéctica de la lucha de clases y de las guerras civiles ha mostrado que esta ayuda era necesaria a la burguesía de la industria y de la tierra para vencer; pero, inmediatamente después de la victoria, la misma se arrojó ferozmente contra el proletariado que quería mejoras sociales y el poder. Este es el único esquema de la sucesión inevitable de las revoluciones y de las contrarrevoluciones: esta ayuda insurreccional que el proletariado aporta históricamente a los burgueses es la condición para que él pueda un día abatir su poder tras una serie de tentativas revolucionarias.
Contratesis IV
Toda guerra entre Estados feudales y burgueses o toda insurrección para la liberación nacional del yugo extranjero ha sido indiferente a la clase obrera.
Tesis IV
La formación de naciones-Estado de idioma y raza uniformes en principio es la condición óptima para sustituir la producción feudal por la producción capitalista, y toda burguesía lucha con esta finalidad antes de que la nobleza reaccionaria sea derrocada. Esta organización en Estados nacionales (éste fue sobre todo el caso de Europa) es para los trabajadores una etapa necesaria, puesto que es imposible llegar al internacionalismo (afirmado de entrada por los primeros movimientos obreros) sin sobrepasar la producción, el consumo y las reivindicaciones estrechamente locales propias de la época feudal.
Por tanto, hasta 1870 - época en que esta organización en Estados nacionales esta acabada - el proletariado tiene un interés de clase en luchar por la libertad de Francia, Alemania, Italia y los pequeños países de los Balcanes. Durante la alianza en la acción armada, las ideologías de clase se van diferenciando y los trabajadores se separan del nacionalismo y del patriotismo. Para el futuro del movimiento proletario, las victorias contra la Santa Alianza, contra Austria en 1859 y 1866, y, en último lugar, contra Napoleón III en 1870, han sido de la mayor importancia; por contra, las derrotas de sus adversarios fueron consideradas como negativas por Marx y Engels en todas sus obras, como Lenin recordará en sus tesis sobre la guerra en 1914. Todos estos criterios se aplican en "el Oriente" moderno.
Contratesis V
Desde el momento que la burguesía tiene el poder en todos los continentes de raza blanca, las guerras son guerras de rivalidad imperialista. No solamente ningún movimiento obrero no tiene entonces intereses comunes con el gobierno en guerra y continúa la lucha hasta el derrotismo, sino que la victoria de uno u otro de los beligerantes no influye sobre el desarrollo ulterior de la lucha de clase y de la Revolución proletaria.
Tesis V
Según Lenin, a partir de 1.871, tras el periodo del capitalismo "pacífico", las guerras son imperialistas: su aceptación ideológica es una traición. En 1914, todo partido obrero, tanto de los países de la Entente como de las potencias centrales, debía luchar contra la guerra para transformarla en guerra civil, aprovechando sobre todo la derrota militar. Estando excluida, por tanto, toda alianza con la burguesía en las acciones armadas, regulares o irregulares, el problema de los efectos que pueden tener las diferentes soluciones militares debe, no obstante, ser tomado en consideración. No se puede sostener que, cuando fuerzas tan inmensas se enfrentan, la victoria de una tiene las mismas consecuencias que la de otra. De modo general, se puede decir que la victoria militar de los Estados burgueses más antiguos, más ricos y más estables social y políticamente es la solución más desfavorable para el proletariado y su revolución.
Existe un lazo directo entre el curso desfavorable de la lucha proletaria des de hace 150 años, que ha triplicado al menos el tiempo previsto por el marxismo, y la victoria constante de la Gran Bretaña en las guerras contra Napoleón primero y contra Alemania después. El poder burgués inglés es estable desde hace tres siglos, y si Marx confió en la guerra civil americana para debilitarlo, aquella no engendró una fuerza capaz debatir a Europa, sino, al contrario, una fuerza de sostén de la potencia inglesa. Si dicho Estado ha llegado a ser gradualmente el centro del capitalismo mundial, no ha sido tras un conflicto directo con Inglaterra, sino merced a guerras conducidas en común con ella.
En 1914, Lenin indica claramente que la derrota de los ejércitos del Zar sería la solución más favorable porque aceleraría el estallido de la lucha de clase en Rusia, y lucha con todas sus fuerzas contra los que consideraban la victoria de Alemania sobre los anglo-franceses como la hipótesis más desfavorable, fustigando siempre de igual manera a los social-chauvinistas alemanes.
Contratesis VI
La revolución rusa solamente fue el estallido de la revolución proletaria en el país donde la burguesía era más débil y desde donde la lucha podía extenderse a los demás países.
Tesis VI
Es evidente que la revolución proletaria no puede vencer más que internacionalmente. Sin embargo, se puede y se debe comenzarla allí donde la relación de fuerzas es más favorable. La tesis según la cual la revolución debe comenzar en el país donde el capitalismo está más desarrollado y extenderse inmediatamente a otros es puramente derrotista. Para refutar la posición oportunista, el marxismo plantea el problema histórico de manera muy distinta.
En 1848, Marx considera que la revolución de clase no partirá de la Inglaterra industrial a pesar de las violentas luchas del cartismo. Estima que el proletariado francés podrá librar la batalla injertándose sobre la revolución republicana. Ante todo considera como punto de apoyo la revolución doble en Alemania, donde las instituciones feudales estaban todavía en el poder, y transcribe la estrategia del proletariado alemán en precisas directivas políticas: primero con los liberales y burgueses, inmediatamente después contra ellos.
Durante al menos veinte años, y sobre todo después de 1905 cuando el proletariado ruso entra en liza en tanto que clase, los bolcheviques han preparado una perspectiva semejante en Rusia. Esta estrategia se apoya sobre dos elementos: la decrepitud de las instituciones feudales que serán atacadas a pesar de la cobardía de la burguesía rusa, necesidad de la derrota militar que, como aquella contra Japón, debía de dar una segunda ocasión a la revolución. Estrechamente ligados por la doctrina y la organización con los partidos obreros de los países burgueses desde mucho antes, el proletariado y su partido se dan la tarea siguiente: tomar a su cargo la lucha por la revolución liberal contra el zarismo y la emancipación campesina contra los boyardos, y luego la torna del poder por la clase obrera rusa.
Han sido muchas las revoluciones derrotadas en la historia: unas porque no han logrado tomar el poder, otras porque la represión armada se lo arrebató (Comuna de París), otras más sin represión militar debido a la destrucción de su estructura social (Comunas italianas). En Alemania, la doble revolución esperada vence militarmente (y mucho más socialmente) en la primera parte y fracasa en la segunda. En Rusia, la doble revolución triunfa en las dos fases militares de la guerra civil y en la primera fase economico-social pero fué derrotada en la segunda, es decir, el paso del capitalismo al socialismo, no como consecuencia de una derrota militar, sino por la derrota proletaria fuera de Rusia (1918-1923). Los esfuerzos del poder ruso hoy no están dirigidos hacia el socialismo, sino hacia el capitalismo, en progreso revolucionario sobre Asia.
El giro histórico que habría podido tener como centro en 1848 a Alemania y en 1917 a Rusia probablemente ya no puede ser interpretado como un trastorno nacional interno. No puede pensarse que China, por ejemplo, - que, por lo demás, está pasando ya del estadio feudal al estadio burgués - pueda tener una influencia mundial análoga.
Desde entonces, para comenzar localmente la nueva fase revolucionaria internacional, el eslabón débil no podía ser resultado más que de una guerra perdida por un país capitalista.
Contratesis VII
Es claro que la formación de sistemas totalitarios en los países capitalistas no tiene nada que ver con las contrarrevoluciones restauradoras de las tesis II y III. Es una consecuencia esperada de la concentración económica y social de las fuerzas productivas. Por tanto, es una recaída en la traición considerar la necesidad de un bloque del proletariado con la burguesía para restaurar el liberalismo en economía y política, así como la adopción del método de lucha de los partisanos. También es erróneo apoyar, en caso de conflicto entre Estados burgueses, el campo opuesto a aquél que se propone atacar a Rusia, con el fin de defender un régimen que proviene, a pesar de todo, de una victoria proletaria. Aún siendo verdad, se debía sostener que la salida de la segunda guerra mundial, cualquiera que fuese, no podía tener ninguna influencia sobre las perspectivas de la lucha proletaria de clase y sobre la reanudación proletaria.
Tesis VII
No se agota el problema histórico con afirmar que la justificación de la segunda guerra mundial como "cruzada", como conflicto de "ideologías", como defensa de la democracia contra el fascismo, es tan perjudicial como aquellas que en 1914 hablaban de libertad, de civilización y de nacionalidad. Dichas fórmulas de propaganda disimulan en ambos lados el objetivo de la conquista de mercados y de la dominación económica y política. Todo esto es exacto pero insuficiente. El fin del capitalismo no llegará más que como una serie de explosiones de los sistemas unitarios que son los Estados territoriales de clase. Es este proceso el que es necesario descubrir y, si es posible, acelerar. Desde la época de las guerras imperialistas está excluido poder acelerarlo por una solidaridad política y militar del proletariado con el Estado. Pero no es por ello menos importante descifrarlo y adaptar a él la estrategia de la Internacional de los partidos revolucionarios. La política rusa ha reemplazado esta orientación de principio por las cínicas maniobras de Estado de un nuevo sistema de poder: es la demostración de que este poder forma parte de la constelación capitalista mundial. Es desde aquí de donde el movimiento de la clase proletaria deberá volver a comenzar. Y la primera etapa de este difícil camino es: comprender.
Cuando el estallido de la guerra, el Estado de Moscú concluye un acuerdo con el de Berlín: jamás se divulgará bastante la crítica de este giro histórico acompañado de argumentos marxistas sobre la naturaleza imperialista y agresiva de la guerra dirigida por Londres y París en la que los partidos sedicentemente comunistas estaban invitados a no participar.
Dos años más tarde, el Estado de Moscú se alía con los de Londres, París y Washington, y consagra toda su propaganda a demostrar que la guerra contra el Eje no es una campaña imperialista sino una cruzada ideológica por la libertad y la democracia.
Es de la mayor importancia para el movimiento proletario no solamente establecer que las directrices revolucionarias han sido abandonadas en las dos fases sino también subrayar el hecho histórico de que en la segunda fase el Estado ruso, adquiriendo siempre fuerzas y recursos para su desarrollo capitalista in temo, ha colaborado a la salida conservadora de la guerra evitando, con una contribución enorme de fuerza militar, la catástrofe al menos para el centro estatal de Londres que sale por enésima vez indemne de la tempestad guerrera. Tal catástrofe era una condición extremadamente favorable para el hundimiento de otros Estados burgueses, comenzando por Berlín, y para un incendio de Europa.
Contratesis VIII
En el antagonismo actual entre América y Rusia (con sus satélites respectivos) no hay otra cosa que considerar más que dos imperialismos a combatir de la misma forma, excluyendo que la victoria de uno o de otro - o incluso un compromiso duradero - pueda determinar respectivamente condiciones muy diferentes para la reanudación del movimiento comunista y para la revolución mundial.
Tesis VIII
Esta equivalencia es una posición no solamente falsa sino insensata si ella no se limita a la condena a todo apoyo a los Estados capitalistas en una eventual tercera guerra, de toda participación en las acciones de los partisanos en uno u otro campo, de toda renuncia a las acciones derrotistas autónomas del proletariado cuando se tuviese la fuerza. No será nunca posible tener la visión de la vía que lleva a la revolución mundial (visión necesaria incluso cuando la historia descarta las posibilidades favorables de inmediato y sin la cual no existe el partido marxista) sin plantear la cuestión de la ausencia de una lucha de clase revolucionaria entre capitalistas y proletarios americanos e ingleses, donde el industrialismo es más potente. La respuesta no puede ser separada de la constatación del éxito de estos dos Estados en todas sus empresas imperialistas de explotación del resto del mundo.
Los sistemas de poder en América y en Inglaterra no tienen otra exigencia que la conservación del capitalismo mundial y están preparados por una larga fuerza de vida histórica que se mueve en esta misma dirección. Avanzan a paso firme hacia el totalitarismo social y político (otra premisa inevitable del enfrentamiento final) y en sus satélites tenemos una situación de régimen burgués maduro. En el bloque soviético encontramos condiciones opuestas: son territorios europeos y extraeuropeos donde la burguesía más reciente todavía lucha social y políticamente contra restos feudales, las formaciones estatales son jóvenes y tienen un esqueleto menos sólido. Por otra parte, este bloque no puede utilizar el engaño democrático más que exteriormente y ya ha agotado los recursos del gobierno totalitario y de partido único abreviando así el ciclo. Evidentemente este bloque será tocado por la crisis si ésta golpea el formidable sistema capitalista cuyo centro está en Washington y que engloba los cinco sextos de la economía madura para el socialismo y de los territorios donde se encuentra un proletariado puro.
La revolución tendrá que pasar por una guerra civil en los Estados Unidos que una victoria americana en la guerra mundial retrasaría por un periodo calculable en medio siglo.
Puesto que el movimiento marxista no degenerado tiene hoy fuerzas ínfimas, su tarea no puede ser enviar grandes fuerzas para romper desde dentro uno u otro de estos sistemas, tarea a la que se dirige en principio. Fundamentalmente se trata de reunir a los grupos proletarios (por reducidos que estos sean) que comprenden el papel de primer plano jugado por Moscú y los partidos moscovitas en los últimos treinta años para la consolidación de la potencia capitalista en los sistemas altamente organizados. Por una política errónea en primer lugar, por la aportación de millones y millones de víctimas después, han dado la contribución más potente para el éxito de la criminal sumisión de las masas a la perspectiva del bienestar y de la libertad en el marco del régimen capitalista y de la "civilización occidental y cristiana".
La manera con que el proletariado dirigido por Moscú en los países atlánticos combate esta maldita civilización es para ella el mayor de los éxitos y la mejor garantía, desdichadamente, incluso para las previsiones sobre el desenlace de una guerra que pudiera venir desde el Este.
Contratesis y tesis económicas
Contratesis I
El ciclo de la economía capitalista tiende a reducir cada vez más el nivel de vida de los trabajadores, a los que solo deja lo imprescindible para vivir.
Tesis I
La doctrina de la concentración de la riqueza en unidades cada vez mayores en volumen y menores en numero es siempre valida. Pero la teoría de la miseria creciente no significa que el sistema capitalista de producción no ha aumentado la producción de bienes de consumo aumentando progresivamente la satisfacción de la necesidades para todas las clases. La teoría marxista significa que al hacerlo la anarquía de la producción capitalista dilapida las nueve de cimas partes de estas energías centuplicadas, expropia despiadadamente a todos los pequeños propietarios de bienes de consumo y aumenta enormemente el número de los sin reservas que consumen día a día su salario quedando así la mayoría de la humanidad sin defensa contra estos fenómenos inherentes al capitalismo que son las crisis económicas y sociales y las espantosas destrucciones de las guerras, sin defensa contra la política capitalista de exacerbada dictadura de clase, prevista desde hace más de un siglo.
Contratesis II
El capitalismo está superado una vez conseguido asignar al trabajador la parte de plusvalía que le ha sido arrebatada (producto integro del trabajo).
Tesis II
El capitalismo será superado cuando se devuelva a la colectividad trabajadora no la parte del beneficio sobre el diez por ciento consumido sino el noventa por ciento dilapidado por la anarquía económica. Esto no se consigue con una contabilidad diferente de los valores intercambiados sino suprimiendo el carácter de mercancías de los bienes de consumo, aboliendo el salario en dinero y organizando centralmente la actividad productiva general.
Contratesis III
El capitalismo estará superado cuando exista una economía en la que los grupos productores tengan el control y la gestión de cada empresa y traten libremente entre ellos.
Tesis III
Un sistema de intercambio mercantil entre empresas libres y autónomas, como puede ser predicado por las cooperativas, los sindicalistas y los libertarios, no tiene ninguna posibilidad histórica ni ningún carácter socialista. Es incluso retrógrado en relación a numerosos sectores ya organizados a escala general en la época burguesa como requieren los desarrollos técnicos y la complejidad de la vida social. Socialismo o comunismo quiere decir que toda la sociedad constituye una asociación única de productores y consumidores. Todo sistema de empresas perpetúa el despotismo interno de la fábrica y la anarquía en el consumo adecuado de la fuerza de trabajo que hoy es, al menos, diez veces más grande de lo necesario.
Contratesis IV
La dirección de la economía por el Estado, la gestión de las empresas por el Estado no es socialismo pero modifica el carácter del capitalismo tal como ha sido estudiado por Marx, por tanto, modifica la perspectiva de su caída caracterizando una tercera fuerza inesperada de post-capitalismo.
Tesis IV
La neutralidad del Estado no ha sido más que una reivindicación de la burguesía contra el Estado feudal. El marxismo ha demostrado que el Estado moderno no representa a toda la sociedad sino solamente ala clase capitalista dominante y que el Estado es una fuerza económica en las manos del capital y de la clase capitalista. El dirigismo y el capitalismo de Estado son también formas de sumisión del Estado político a la empresa capitalista. Estas formas trazan el contorno del antagonismo final previsto entre las clases exasperadas que no es un choque de números estadísticos sino de fuerzas físicas: el proletariado organizado en partido revolucionario contra el Estado constituido.
Contratesis V
Una vez establecido el carácter inesperado de la forma actual de la economía si el marxismo quiere permanecer con validez debe buscar una tercera clase que ocupa el poder tras la burguesía (grupo humano hoy desaparecido de detentadores de capitales) y que no es el proletariado. Esta clase que gobierna y que disfruta de privilegios en Rusia es la burocracia. En América es la clase de los managers, es decir, los dirigentes técnicos y administrativos de las empresas.
Tesis V
Todo régimen de clase ha tenido su burocracia administrativa, judicial, religiosa, militar. El conjunto de esta burocracia es un instrumento de la clase en el poder pero sus componentes no constituyen una clase porque una clase es el conjunto de aquellos que tienen idénticas relaciones con los medios de producción y consumo. La clase de los propietarios de esclavos había ya comenzado a disgregarse - no podían alimentar a sus propios esclavos (el Manifiesto) - cuando la burocracia imperial dominaba todavía, luchaba contra la revolución anti-esclavista y la reprimía ferozmente. Mucho tiempo después, los aristócratas han conocido la miseria y la guillotina aunque las estructuras militares y clericales del Estado luchasen todavía por el Antiguo Régimen. No se puede definir la burocracia en Rusia sin un corte arbitrario entre los grandes caciques y el resto: en el capitalismo de Estado todos son burócratas. Esta pretendida burocracia rusa, como por su lado la clase "manager" americana, no son más que instrumentos sin vida ni historia propia, al servicio del capital mundial contra la clase trabajadora. Los términos hacia los que tiende el antagonismo de clase corresponden a la perspectiva marxista de los hechos económicos, sociales y políticos, y a ninguna otra perspectiva precedente, mucho menos todavía a una nueva elaboración, fruto de la tenebrosa atmósfera actual.
Contratesis y Tesis filosóficas
Contratesis I
Puesto que los intereses económicos determinan las opiniones de cada uno, en la sociedad actual el partido burgués representa el interés capitalista y el partido compuesto de obreros representa el socialismo. Todos los problemas se resuelven por medio de una consulta, no de todos los ciudadanos - mentira democrático-burguesa - sino de todos los trabajadores dado que los intereses son los mismos y que la mayoría ve bien su futuro general.
Tesis I
En todas las épocas, las opiniones dominantes, la cultura, el arte, la religión, la filosofía, están determinadas por la situación de los hombres en relación a la economía productiva y por las relaciones sociales que de ello se deriva. Por tanto, en cada época, particularmente en su apogeo y en el centro de su ciclo histórico, todos los individuos tienden hacia opiniones que no solamente no provienen de verdades eternas o de luces del espíritu sino que son extrañas al interés mismo del individuo, de la categoría o de la clase, porque están en gran parte modeladas sobre los intereses de la clase dominante y de las instituciones que convienen a aquella.
No es sino después de un largo y penoso conflicto de intereses y de necesidades, después de largas luchas físicas, provocadas por el conflicto de clase, que se forma una nueva opinión y una doctrina propia de la clase oprimida que ataca las defensas ideológicas del orden establecido y anuncia su destrucción violenta. Incluso mucho tiempo después de la victoria física, preludio de un largo trabajo de desmantelamiento de influencias y mentiras tradicionales, sólo una minoría de la clase en cuestión es capaz de sostenerse solidamente sobre la vía del nuevo curso histórico.
Contratesis II
El interés de clase determina la conciencia de clase y la conciencia determina la acción revolucionaria. Se entiende por inversión de la praxis la oposición entre la doctrina burguesa según la cual cada ciudadano debe formarse una opinión política por razones ideales o culturales y actuar consecuentemente con esta visión, incluso contra sus intereses de grupo, y la doctrina marxista para la que son los intereses de grupo y de clase los que dictan la opinión de cada uno.
Tesis II
La inversión de la praxis según la visión correcta del determinismo marxista significa esto: cada individuo actúa según las determinaciones del medio (que no son solamente las necesidades fisiológicas sino también las innumerables influencias de las fuerzas tradicionales de producción), tiende a tener una conciencia más o menos adecuada a su propia acción y de sus motivos para actuar. Es el mismo caso para las acciones colectivas que nacen espontáneamente y bajo el empujó de las condiciones materiales antes de ser formuladas a nivel ideológico. Por el contrario, el partido de clase reagrupa a los elementos avanzados de la clase y de la sociedad que poseen la doctrina del curso histórico por llegar. El partido, que no actúa por capricho o según los entusiasmos del momento sino que procede de modo racional, es, por tanto, el único en intervenir activamente de modo "consciente" o "voluntario", como dirían los filósofos. La conquista del poder de clase y la dictadura son funciones del partido.
Contratesis III
El partido de clase construye la doctrina de la revolución. Ante situaciones y acontecimientos nuevos la transforma (la doctrina) según las necesidades y según las exigencias o las tendencias de la clase.
Tesis III
La teoría no es otra cosa que la previsión de una serie de acontecimientos todavía no realizados pero de los que ha sido posible descubrir las condiciones y las premisas en la realidad precedente. Una lucha histórica de la revolución de clase y el partido que la representa son hechos reales y no una ilusión doctrinaria en la medida que el cuerpo de una nueva teoría se ha formado cuando la clase ha aparecido históricamente en el seno de una nueva disposición de las formas de producción social. La mayor continuidad en el tiempo y en el espacio de la doctrina y del partido de clase es la prueba de la exactitud de la previsión revolucionaría.
Toda derrota física de las fuerzas de la revolución es seguida por un periodo de desarrollo que toma la forma de revisiones de capítulos del cuerpo teórico bajo el pretexto de nuevos datos y de nuevos acontecimientos.
Todo el esquema revolucionario se revela correcto solamente cuando, y solamente si, se confirma a lo largo del curso histórico que después de cada derrota las fuerzas son reconstituidas sobre la misma base y sobre el mismo programa establecido desde la "declaración de la guerra de clase" (1848).
Toda tentativa de construcciones nuevas y diferentes de la teoría equivale para los marxistas a una confesión de traición, como lo demuestra, no una elucubración filosófica o científica, sino una suma de experiencias históricas sacadas de la lucha secular del proletariado moderno.
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Las explicaciones de estas notas sintéticas se encuentran en numerosos textos del partido y en los informes de congresos y reuniones. El hecho de que nosotros pongamos freno a peligrosas improvisaciones no significa que se pueda considerar este trabajo como el monopolio o la exclusividad de alguien. Es posible ordenar con más cuidado los argumentos y dar mayor claridad y eficacia a la exposición. Por el estudio y la actividad es posible hacerlo mejor en siete años a siete horas por semana.
Si enseguida llegan los quemadores de etapas en gran número, convendría decir que son de esos hombres que aparecen cada quinientos años, según la expresión empleada una vez por el frío Zinoviev ¡y él lo decía de Lenin!
En cuanto a nosotros no damos la talla: esperaremos tranquilamente a que sean embalsamados.
Traducciòn: El Programa Comunista, n.° 43, Diciembre de 1995
Source | Battaglia comunista n. 11, 1952. | |
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Author | Amadeo Bordiga | |
n+1 Archives | Original | Ref. DB 00000 |
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